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–¡MÚSICA, MAESTRO! – Edgar Colmenares del Valle

–¡MÚSICA, MAESTRO!

  

Apure en un viaje 

(Genaro Prieto)

Édgar Colmenares del Valle

Así es y, desde estas lejanas tierras, de nuevo en un viaje para Apure. Ahora en búsqueda del recuerdo y del pentagrama biográfico y artístico de quien fuera un virtuoso de la guitarra, el saxofón, el clarinete, la mandolina y, además, de la amistad: Carmelo Araca. Desde ya, vayan mis palabras de gratitud para quienes hicieron posible que concretáramos este proyecto. Entre ellos, de manera especial, vaya también mi reconocimiento con el afecto de siempre para Eduardo Hernández Bolívar, Antonio Vera, Felgris Araca y Éuler Narváez en quienes el recuerdo del maestro, del hermano, del abuelo y del amigo que fue Carmelo para todos, bastó para que se movilizaran y nos dieran, desde diferentes puntos geográficos, toda la colaboración que les solicitamos. De ellos proceden varias de las fotos y del material audiovisual con que ilustramos los diferentes textos especialmente escritos, todos, para este Homenaje a Carmelo Araca

A Carmelo, lo conocí dos veces. La primera, de verlo y oírlo en la retreta dominical de mi pueblo en lo que fue la Plaza Libertad. En ese entonces, él tocaba en la Banda Bolívar y vivía por la calle Muñoz. Y éramos vecinos. Yo vivía a unas tres cuadras de su casa, en la calle Queseras del Medio, donde mis abuelos maternos, a media cuadra de la Iglesia de la Virgen del Valle. Cerca de donde vivían los también músicos retreteros Olimpo Rondón, Víctor Silva, Pedro Pablo Rojas, Raimundo Castro, Leonte León, los Hermanos Rodríguez y Fernando Farfán. Eran los días cuando en el Apure de entonces -como dice el maestro  José Romero Bello- íbamos los domingos a la matiné del Cine Royal o al Estadio Jobalito a ver a Marcial Hernández o al Zurdo Bolívar pitchando; a Carlitos Herrera, a Abilio Coronado y a Luis Pérez jugando basquetbol o uno de esos domingos en que a media mañana jugábamos pelota en el campito del cuartel y por la noche íbamos a La Voz de Apure, la única emisora radial que había en el pueblo y creo que en todo el estado, a ver y a oír a mis hermanas Nora y Chely entre aquel grupo de pitoquitos que cantaban y compartían espacios estelares con Rosita Cestari, Miguel Siso, Félix Marchena, Carmen Sulbarán y el Indio Figueredo. Y en algún momento con Benito Quirós y Ángel Custodio Loyola. Fue la época en que fuimos alumnos de la Niña Juana Montiel, Emma Prado, Olga Zerpa, Encarnación y Flor Graterol, Urbana Bolívar de Grau y doña René Nurys de Ramos. Y la época, también estelar, de Carmelo viajando por todos los pueblos amenizando las fiestas patronales y tocando bailes en el Club Apure.

Quirpa

La segunda vez fue una noche en su casa de la calle Muñoz. Después se mudaría para Biruaca. Llegué a su casa, llevado, a petición mía, por don Silvestre García y acompañado por Lino Vera, mi hermana Martha y Antonio Vera. Yo iba, en ese momento, tras su pista porque había descubierto que él había sido uno de los amanuenses de su pariente y paisano cunavichero Antonio José Torrealba. –, me dijo, al exponerle el porqué de mi visita, cuando él me llamaba, yo escribía lo que él me dictaba. Yo estaba muy pequeño, prácticamente un muchacho de primeras letras. También le dictaba a otros muchachos que como yo se vinieron también de Cunaviche a estudiar en San Fernando y él los ayudaba. Y a su sobrino Gregorio Jiménez. Él me decía pariente porque, en efecto, él era pariente de mi papá por parte de los Ostos. Mi papá era Araca Ostos y don Antonio era Torrealba Ostos. Esa noche, al despedirnos, después de una amena y productiva conversación, me preguntó: -¿Por casualidad tú eres familia de los del Valle que viven ahí mismo, por la Queseras del Medio, cerca de la Iglesia? -Sí -le respondí. -¿Y de quién eres hijo tú? -De Ana Rosa. –Entonces tú eres nieto de don Ignacio y doña Rosa y sobrino de Carmen, Austerio, Pepe y la Nena del Valle. Desde ese entonces, fuimos amigos y él fue un excelente colaborador en mi búsqueda de informantes para biografiar al autor del Diario de un llanero.

Después, fueron muchas las reuniones festivas y de trabajo que compartimos en diferentes espacios del país. Una vez, presentamos una ponencia conjunta en un Encuentro de Ateneos en Trujillo y muchas veces, sobre todo en los años en que él presidió el Ateneo San Fernando y yo estuve en la Asociación Apureños en Caracas, organizamos exposiciones,  presentamos conciertos y dictamos conferencias, talleres y seminarios. Como docente, Carmelo Araca se desempeñó con verdadera dedicación y fue el fundador de la Escuela de Música Antonio Estévez. Alguna vez me comentó cómo se hizo músico, desde los 8 años en Cunaviche y que una vez, por vez única en su vida, había compuesto un bolero que tituló Un pensamiento. También me contaría cómo fueron en San Fernando sus primeras clases con el maestro José Ángel Zurita e hizo un recuento, cargado de afecto y agradecimiento, de quienes habían sido también sus profesores en diferentes momentos: Alirio Díaz, Raimundo Pereira, Rómulo Lasarde, Erick Colon, Andrés Ortega, Juan Soublette y María Herrera. Y me habló de su amistad con el profesor Napoleón Baltodano.

-Con el maestro Alirio Díaz -me decía lleno de orgullo mostrándome una foto donde aparecían ambos- hice un curso en la Universidad Central de Venezuela. Pero, sin duda, su mayor orgullo fue la creación de la Estudiantina Santos Araca Ostos, en homenaje a su padre. Con ella, acompañado por su esposa Eladia, por familiares de los miembros de la Estudiantina, por otros músicos y por su compadre y sempiterno acompañante el maestro Alexis García, se presentó en varios pueblos apureños y en una oportunidad hizo una gira por varios estados del país. 

Presentación por José Alberto Pinto

 

Pluma y Lira

Hace ya varios años, desde el 2016, su mandolina, su saxo, su clarinete y sus otros instrumentos se silenciaron. Años antes, en el 2000, ya se había silenciado la voz de Eladia, la solícita esposa con quien procreó a Carmelo, Griscelides (Chela), Santos David, Jesús Abelardo (Chuma), Evelín y Andrés Eloy. 

           

 

Sitio de la Zaragoza

Entrevista – Soy Venezolano

Hoy, algunos de sus amigos, discípulos y compañeros de travesías, nos hemos reunido para rendirles, a ambos, este homenaje. En él, nos acompañan Éuler Narváez, quien desde un lejano pueblo del Perú nos ha enviado el video Homenaje a Carmelo Araca en el cual Éuler interpreta, al compás de un Cunavichero, una composición que escribió especialmente para su amigo y maestro. Además, es autor del texto Semblanza de Carmelo Araca que va a continuación de nuestro Pentagrama biográfico. A estas presentaciones les siguen: Eladia y Carmelo (Felgris Araca), Una María Laya para Carmelo (José Agustín Abreu), De mis andanzas con Carmelo (Antonio Vera), Recuerdos de mi pasantía por la Estudiantina Santos Araca Ostos (Iván Ojeda Méndez), La Estudiantina (Belkys Laprea) y A propósito del Grupo 4 (Eduardo Hernández Bolívar y Manuel Aular Piñero). Entre uno y otro texto, incorporamos fotos, pistas de música y diferentes momentos de una entrevista hecha por Porfirio Torres en compañía de Efraín Subero a Carmelo. En ella, se tratan diferentes temas en torno a la formación y la trayectoria de este gran músico y excelente amigo nacido en San Miguel de Cunaviche. 

HOMENAJE A CARMELO ARACA

    Éuler Narváez

PENTAGRAMA BIOGRÁFICO

  • Nombre completo: Carmelo Antonio Araca Solórzano (*Cunaviche, 2 de marzo de 1928 / +San Fernando de Apure, 01 de julio de 2016).
  • Padres: Santos Araca Ostos y Estéfana Solórzano de Araca. 
  • Cónyuge: Eladia Hernández de Araca (*Mangas Coberas, 8 de mayo de 1934 / +Biruaca, 1 de junio de 2000).
  • Hijos: Carmelo, Griscelides (Chela), Santos David, Jesús Abelardo (Chuma +), Evelín y Andrés Eloy.
  • Hermanos: Bárbara, Martín, Petra, Virginia, Lino, Estéfana, Rafael, Liona y Zoraida (+).
  • Profesión:   Docente  y  músico de banda, de otras agrupaciones y concertista de guitarra,  saxofón y clarinete. También fue un eximio serenatero en compañía del maestro violinista José Ochoa.

Fue Presidente del Ateneo San Fernando (1990-2000) y miembro de la Sociedad Bolivariana y, además, Fundador y Director de la Escuela de Música Antonio Estévez en San Fernando de Apure, de la Estudiantina Santos Araca Ostos y de la Sinfónica Juvenil de Apure, entre otras agrupaciones. Creador del Conjunto Carmelo y sus Muchachos. Miembro de la Sonora Caracas y del Cuarteto Apure junto con César Bermúdez, Alexis García y Porfirio Bermúdez. De esta época data el set que vamos a oír a continuación. La primera pieza es obra del maestro Napoleón Baltodano (1895-1970), un músico y compositor nicaragüense que llegó a Venezuela en 1929, procedente de Costa Rica, y fue contratado como primera trompeta de la Banda Marcial que dirigía el maestro Pedro Elías Gutiérrez. Años después, en 1948, fue concertado por la Gobernación del estado Guárico para crear y organizar bandas musicales para jóvenes y niños. En cumplimiento de esta función, trabajó continua y arduamente en Valle de la Pascua, Altagracia de Orituco, Tucupido, Calabozo y El Sombrero. Trabajó también en San Fernando de Apure como Director de la Banda del Estado. El joropo que cierra esta trilogía pertenece al músico camaguanero Juan Briceño, el cuatrista de “la muñeca rara” exaltado por Pedro Emilio Sánchez en su histórico Seis por derecho grabado con el Conjunto Palmarito.

Brujeria

Amor de madre

Juan Solito

  • Instrumentos: guitarra, clarinete, saxofón. mandolina, cuatro, maracas y piano. 
  • Maestros: José Ángel Zurita, Alirio Díaz, Raimundo Pereira, Rómulo Lasarde, Erick Colon, Andrés Ortega, Juan Soublette y María Herrera.
  • Reconocimientos: En el año 2005, el Instituto de Patrimonio Cultural de Venezuela lo declaró Patrimonio Viviente del Estado Apure. Además de este reconocimiento y de numerosos homenajes, recibió las siguientes condecoraciones.
    • Botón de Oro de las Fuerzas Armadas de Cooperación.
    • Medalla Honor al Mérito de la Logia Candor N° 27.
    • Orden Don Rómulo Gallegos (2ª y 3ª clases). 
    • Orden María Nicasia Gamarra (1ª clase). 
    • Botón Orden “Ezequiel Zamora”. 
    • Botón de Oro del Colegio de Médicos del Estado Apure. 
    • Orden Ciudad de San Fernando (1ª clase). 
    • Botón Honor al Mérito de la Federación Venezolana de Maestros.

 

  • Trayectoria artística: Durante 75 años llevó su música por toda Venezuela, ya como concertista, ya como Director o intérprete de un conjunto o de la estudiantina que fundó en homenaje a su padre, de quien heredó su vocación por la mandolina, instrumento que aprendió a tocar a los 8 años. En Apure, en Barinas y en Bolívar, entre otros estados del país, no hubo fiesta patronal donde no actuaran él y sus muchachos. Junto con Félix Marchena, otro de los trovadores del Apure de entonces, y con Rosita Cestari, la fundadora de la emisora La Voz de Apure, representó a Venezuela en el Primer Festival de Fronteras en Cúcuta, Colombia. 

En múltiples ocasiones, Carmelo compartió el escenario, el éxito y los aplausos con el Grupo 4 integrado actualmente por Eduardo Hernández Bolívar, Pedro Jave Silva, Manuel Aular Piñero y Rafael “Kiko” Mota. De este grupo, en su fase inicial, también fue miembro Oswaldo Pérez (QEPD). Con su versatilidad para interpretar diferentes ritmos (joropos, pasaje, pasodoble, bolero, jazz, vals, etc.), su último trabajo grabado fue, precisamente, con el Grupo 4. En este CD podemos disfrutar de:

  1. Frenesí 
  2. Golpe y estribillo
  3. María la O
  4. Petite fleur
  5. Doña Pepita
  6. Apure en un viaje
  7. Virgen de la Macarena
  8. Quinta Anauco
  9. El Norte es una quimera
  1. El amor es una cosa esplendorosa
  2. Atardecer
  3. Unicatorce
  4. Dama antañona
  5. C´est si bon
  6. Quirpa

Virgen de la Macarena

 Quinta Anauco

 

 

 

SEMBLANZA DE CARMELO ARACA

Éuler Narváez

Hablar, comentar o escribir sobre el maestro Carmelo Araca constituye una acción grata y placentera, pero a la vez un reto por el temor a no ser del todo justo en mi apreciación, dada la inmensidad de su obra, su legado y su excelencia como persona, músico, padre, esposo y ciudadano ejemplar. Carmelo dejó para los apureños y venezolanos en general una herencia cultural, sobre todo musical, inmensa. 

Su actividad musical comprende áreas que van desde la música popular bailable hasta la música coral y sinfónica. Integró con los hermanos Porfirio y César Bermúdez la Sonora Caracas y posteriormente fundó su propio grupo musical Carmelo y sus muchachos. Alternó esta actividad con la de clarinetista y y saxofonista de la Banda Bolívar del Estado Apure y se le tiene entre los pioneros del movimiento orquestal bailable en la región, con la posterior aparición del Combo Renacimiento del maestro Miguel Siso y el Combo Sonorámico dirigido por Nelson Amadeo Hernández.

Su vocación fue más allá de la ejecución de instrumentos musicales como la mandolina (que aprendió a escondidas de su padre), el cuatro, la guitarra (que estudió con el maestro Alirio Diaz), el saxo, el clarinete y algunos estudios de piano en el conservatorio de Caracas. 

Como maestro nato que fue y con esa inquietud y deseos de enseñar, fundó la Estudiantina Santos Araca Ostos, en la que un grupo de jóvenes apureños se formaron en el arte musical y recorrieron la geografía nacional bajo la conducción de su fundador. 

El Carite

No satisfecho con esto, funda y dirige en San Fernando el núcleo de la Orquesta Sinfónica que a posteriori se convertiría en parte del semillero del movimiento orquestal sinfónico del país.

Muchos de sus alumnos de la estudiantina pasaron a cursar estudios musicales en la Sinfónica, convirtiéndose en excelentes ejecutantes y profesores de los nuevos integrantes. También dirige grupos corales y orfeones en diversas instituciones públicas y privadas.

Tuve el honor de conocer y compartir con Carmelo en diversas oportunidades y momentos de tertulia, siempre en compañía de instrumentos musicales, ya que yo no perdía oportunidad por aprender algo, pues cada encuentro con él se convertía en una cátedra musical. Su humildad era infinita, nunca se le subieron los humos, como decimos coloquialmente, a causa de su fama y virtuosidad musical. Como señalé, era un maestro las 24 horas del día y los 365 días del año. Tenía la paciencia para tocar con músicos que, como yo, no éramos de su talla ni teníamos sus conocimientos musicales. ¿Cuántas veces en los toques que realizábamos en su casa los fines de semana, no me quitó el instrumento, guitarra, mandolina o teclado, para señalarme el acorde correcto? Esto lo hacía con dedicación y pasión docente y sin ningún tipo de molestia. Le agradaba enseñar. Debo significar que nunca lo vi enojado. Tenía un sentido del humor envidiable, siempre reía y tenía un chiste o una anécdota para cada ocasión.

Yo acudía a su casa, generalmente los fines de semana, acompañado del abogado y excelente vocalista Comisario Esteban Gil Vivas, los instrumentos y, por supuesto, una botella para “afinar”. Para ese momento, ya había muerto Eladia, su compañera de toda la vida quien, sin duda alguna, contribuyó con el crecimiento personal de Carmelo y por tanto merece su justo reconocimiento. Parodiando a Los Panchos, a este grupo eventual lo bautizamos como Los Pinchos.

Tengo muchas anécdotas de Carmelo, pero me voy a referir a dos. En una oportunidad, se presentó en la Plaza Bolívar de Biruaca, del estado Apure, municipio donde él residía, un grupo de tambor y música afrocaribeña que venía de Puerto Cabello, estado Carabobo, acompañado también de unas morenas con unos cuerpos esculturales que bailaban como diosas y ponían más sabor a cada interpretación. Terminada la presentación, Carmelo los invito a su casa donde, como era de esperarse, dada su generosidad y calidad humana, les tenía un agasajo. Estando en plena comilona, tomó su saxofón y acompañado del Grupo Cuatro, comenzó a entonar una melodía titulada Mi Puerto Cabello, del maestro Ítalo Pizzolante, con dedicatoria a los visitantes. La reacción no se hizo esperar. Estos jóvenes comenzaron a cantar al compás del saxo de Carmelo y a llorar profusamente, conmovidos por la calidad interpretativa del grupo y. por supuesto, por una melodía que les llegaba a lo más íntimo de su ser. Uno de sus integrantes, el ejecutante del tambor culo ’e puya, me dijo: –Nunca esperamos ser sorprendidos tan gratamente en Apure. Hemos recorrido el país y nunca nos sucedió algo así, tan bello e inolvidable.

Visión Porteña

En otra oportunidad, después de haber aplazado un viaje que habíamos planificado, tiempo atrás hasta la ciudad de Maracay para llevarle una serenata a su compadre del alma y mi tío, el profesor José Teodoro Narváez, nos encontramos un miércoles en el Boulevard de San Fernando y después del saludo y los chistes reglamentarios, me dijo: –El sábado nos vamos a Maracay a llevarle la serenata a mi compadre. Ya está bueno de plazos. No hemos ensayado, pero en la vía lo haremos. Nos paramos en Dos caminos, tocamos, tiramos el sombrero, recogemos algo y seguimos. Luego en el hotel rematamos y luego le caemos a Teo en “Los Samanes. Así fue. Yo invité a Hugo, mi hijo menor, quien ya formaba parte de la Orquesta sinfónica, como trombonista, para que nos acompañara con el cuatro. Carmelo tocaría el saxofón y yo la guitarra.

El ensayo era obligatorio para Hugo y yo, dado el variado repertorio del maestro que comprendía piezas musicales ricas en melodía y acordes, como: Atardecer, Barcelonesa, De Conde a Principal, Quinta Anauco, Castro en Margarita y Quién paga el palo, entre otras..

Felizmente lo logramos, la serenata se prolongó por dos días, con la alegría y el beneplácito de su compadre Teodoro, su esposa Carmen y familia, ya que se reencontraba con su compadre Carmelo después de tantos años y aquella serenata les permitía evocar esos años que compartieron juntos, tanto en Apure como en Barinas, donde ambos trabajaron, mi tío como Director de la Escuela Técnica Industrial y Carmelo como Director de la Banda del Estado. Se alegró mucho al ver a su familia integrada y al ver a Huguito a quien quería y admiraba mucho por ser ya trombonista a los 7 años. Pienso que la presencia de Carmelo y esa serenata contribuyeron mucho en mejorar el estado de  salud de Teodoro, aquejado por la diabetes y la edad.

Finalmente, debo decir que Carmelo fue un apureño de excepción, de esas personas que nacen para dejar y ejecutar una obra en pro de sus semejantes, para dejar un legado positivo e imperecedero. Esto, a él, le permitirá vivir por siempre en el recuerdo y el cariño de quienes lo conocimos y de quienes a futuro estudiarán y conocerán su obra. 

Dama antañona

Entrevista- Joropo

Entrevista-Luna de Apure

CARMELO Y ELADIA

Felgris Araca

Hablarles de Carmelo y Eladia es muy grato porque fueron personas ejemplares y porque fueron mis abuelos. Ellos, como todos los de su tiempo crecieron y se formaron con la pasión por superarse con la ayuda de las letras y la cultura. La curiosidad y la búsqueda los definieron como personas, llevando a Carmelo de niño becerrero a ser un importante maestros de música en el estado Apure y a Eladia, quien estudió hasta 6° grado, a ser una promotora de la literatura, la poesía y otras expresiones artísticas.

El becerrero, según la Real Academia Española, es un “peón, casi siempre mozo, que en los hatos cuida de los becerros”, y él era así, un niño común, creciendo en un pueblo remoto de Venezuela llamado Cunaviche, con responsabilidades propias de la cultura llanera. En sus ratos libres se escapaba para  tomar prestada sin permiso la mandolina de su padre, con la que se retiraba a solas en un diálogo autodidacta con la música que le abriría luego las puertas a muchas oportunidades.

De esa travesura surgió el Maestro que logró ejecutar no solo la mandolina a lo largo de su vida sino también el cuatro, el clarinete, la guitarra, el saxofón y cuanto instrumento llegaba a sus manos el sabia como tocarlo.  La guitarra y el saxo fueron los instrumentos que más pude disfrutar, pasaba de lo clásico a lo popular con increíble naturalidad, escucharlo era un viaje por el mundo, aquel repertorio tan extenso y frecuentemente antecedido por una explicación sobre los orígenes de las piezas que interpretaba, era realmente un lujo de conocimiento para quienes podíamos escucharlo.

Y esa era su vocación, su propósito de vida: recibir y dar conocimientos y lo hizo a través de la música. Carmelo valoraba las oportunidades de estudio porque estaba ávido de conocimiento, conocimiento que tuvo la oportunidad de compartir con sus alumnos en todos los niveles escolares y de forma más concreta formando a los nuevos maestros de música del estado Apure de su tiempo. Hoy día no hay un maestro que no haya sido su alumno, a quien no haya influenciado con sus valores, carisma, empatía, curiosidad, alegría o con su carcajada contagiosa. Ese ha sido su legado, ser Maestro de maestros.

Carmelo no estaba solo,  allí estaba Eladia, su compañera de vida, la madre de sus hijos y asistente para resolver las exigencias domésticas y mecánicas de los instrumentos musicales (colocar las cuerdas a la guitarra, reparar las clavijas partidas o colocar la caña al clarinete y al saxo). Su mayor apoyo para los días de estudio, cuando Carmelo necesitaba un mutismo absoluto en una casa con 6 infantes. Su mano derecha para los asuntos administrativos de la casa y luego del Ateneo San Fernando, donde Carmelo era presidente pero Eladia llevaba la batuta de la parrilla cultural. Producto de las actividades culturales a las cuales estaba expuesta y su incansable apetito por la lectura, Eladia orientó sus inquietudes hacia las letras, llegando a formar parte de la Sociedad de Escritores del estado Apure, donde publico varios textos narrativos y de poesía en la revista el Correo de Apure. Esas revistas llegaron a mis manos siendo 

aún muy niña y mi abuela siempre me las mostraba con mucho orgullo, recomendándome temas para iniciarme en la lectura, realmente me estaba preparando para ser su asistente y taquigrafista. 

Mi abuela preparaba sus cuadernillos a mano, escribía en ello con lápiz de grafito  de 3 o 4 cm de largo, escribía sus propios poemas y en otros casos recopilaba pensamientos filosóficos y los transcribía en sus cuadernillos. Cuando consideraba que estaban finalizados me los entregaba  para que yo los transcribiera en la máquina de escribir. Lista mi labor, los textos eran corregidos y me tocaba nuevamente transcribirlos con las correcciones debidas. Era entonces cuando se los entregaba a quien haría la reproducción. Y así fue como mi abuela publicó su primer libro de poesía llamado Fantasías y yo me inicié en el mundo de la edición, oficio que quedó en mi inconsciente y con el pasar de los años se hizo presente en mi camino para definir mi adultez y mi vida laboral hasta la actualidad.

A Carmelo y Eladia les agradezco su cobijo y protección, el haberme entrenado en el disfrute de la buena música así como en el valor de la humildad. Con ellos tuve una infancia singular, entre grandes personalidades del mundo cultural, de aquí y de allá, pero que cuando llegaban a nuestro patio se despojaban de egos y pretensiones, se convertían en simples mortales desbordados de amistad.

Petite fleur

UNA MARÍA LAYA PARA CARMELO

José Agustín  Abreu

Édgar me ha pedido que, en este Homenaje al maestro Carmelo Araca, insertemos un fragmento de la entrevista que él me hizo y publicó en su página de Internet. Por supuesto que he aceptado por varias razones. Una de ellas, quizás la principal, es porque en ese diálogo hablamos de mi papá y del maestro Carmelo. Mi papá fue José Vicente Abreu, un gran admirador del maestro Araca nacido en San Juan de Payara. Al leer el texto que transcribiremos, se darán cuenta de esa admiración y de cómo a base de ella, mi padre “me trabajó” para que yo fuera guitarrista. Después de la transcripción, también a petición de Édgar, voy a tocar un pasaje emblemático de la música llanera. El arreglo con que lo interpreto me lo hizo nuestro amigo el compositor y concertista de cuatro venezolano e intérprete de la guitarra Leonardo Lozano, de quien el maestro Alirio Díaz dijo que es “un personaje iluminado por el genio de la música”.   

-Mis primeros contactos con la música fueron a través de las clases de cuatro que recibí de mi papá quien, además de ser un recio activista político contra la dictadura de Pérez Jiménez, a la que combatió hasta que fue encarcelado y torturado en Guasina  y luego trasladado a Sacupana durante un largo tiempo, fue también un humanista amante de la música y un reconocido escritor en cuya obra hay dos títulos memorables: Se llamaba SN y Palabreus. Antes de esas primeras lecciones por parte de mi papá, a él siempre lo oí hablar del maestro Carmelo Araca, apureño también, de Cunaviche. Gran amigo de ustedes dos y de varias generaciones de apureños que nunca dejaron de impresionarse con su maestría ejecutando el saxofón, el clarinete, la mandolina, las maracas, el cuatro y, sobre todo, la guitarra. Además, cantaba. El maestro Araca fue un músico modelo para mi papá, siempre me hablaba de él y, como quien no quiere la cosa, dejaba caer la idea de lo genial que sería estudiar guitarra. Y, de inmediato, me contaba que en una oportunidad Carmelo se presentó en un curso con el maestro Alirio Diaz y seleccionó como pieza de estudio Capricho árabe del maestro español Francisco Tárrega, el padre de la guitarra solista. Contaba Carmelo a mi papá, y después tú y yo oímos ese cuento varias veces narrado por el propio Carmelo, que el maestro Alirio Díaz, al oírlo, le preguntó de dónde venía y Carmelo le respondió: –De Cunaviche, más allá del Paso Arauca, atravesando las sabanas de La Candelaria. En ese momento, nos decía Carmelo lleno de nostalgia y de permanente admiración y afecto por su maestro, Alirio peló los ojos y me dio un abrazo y me dijo yo también vengo de lejos, de La Candelaria larense. Y así, ese recuerdo permanente de mi papá por estos dos maestros venezolanos me fue entusiasmando por la guitarra y llegó un momento en que me enamoré de ella. Con el tiempo me di cuenta de que además de enamorarla, a la guitarra, hay que amarla y acariciarla permanentemente.

Ahora, voy a tocar, como ya dije, una pieza emblemática, un ícono de la música llanera. Su música pertenece al Indio Figueredo y la letra a Mariano Hurtado Rondón. Pero antes, de ese  mismo párrafo ya citado, transcribo:

Quiero recordar dos momentos más que, sentimentalmente, son muy importantes para mí. Te dije que un día me di cuenta de que me había enamorado de ella, de la guitarra. Ese día, yo iba con mi papá para Maracay a visitar a mi abuela María de Jesús y en el radio comenzó a sonar una guitarra y mi padre me dijo: -Oye, Tin, Alirio Diaz. Y le contesté: – Papá, creo que es Alirio Díaz y otro guitarrista. -No, hijo, es que él es un virtuoso y se oye como si fueran dos. Él hace con la guitarra lo que le da la gana.  Ahí, precisamente, fue que se produjo mi enamoramiento. El otro momento fue cuando tú me llevaste a conocer al maestro Araca, a su casa, en Biruaca. Verdaderamente, me emocioné mucho y luego, mientras los dos tocábamos un Cunavichero, llegó un momento en que sentí que mi papá, que ya se nos había ido definitivamente, se acercó sonriéndose hasta donde estábamos y te dio un abrazo.

 

 

DE MIS ANDANZAS CON CARMELO

Antonio Vera

En el año escolar 1975 – 1976, ingresé como profesor de Educación Física al Liceo Miguel Ángel Escalante. Ahí comencé una gran amistad con algunos colegas. Entre ellos estaba el profesor David Araca, cuyo padre era un eminente músico nativo de Cunaviche, de donde también era mi mamá. Fue así como empecé a frecuentar su casa los fines de semana con la finalidad de recrearme oyéndolo tocar una guitarra, un cuatro, una mandolina, un clarinete, un saxofón, las maracas y hasta lo oí, en cierta ocasión, tocar un piano. Con estas visitas me hice amigo de toda la familia. 

Un día, en una de esas tertulias, frecuentemente añejas y sancocheras, se me ocurrió decirle a Carmelo que yo había ido a pescar caribes a La Candelaria y que me había quedado sorprendido ante la cantidad de galápagos que había en el préstamo donde habíamos pescado. De inmediato, con los ojos puestos ya en el rincón donde tenía un arco y varias flechas, me preguntó si los galápagos eran grandes y yo le dije que sí y él, de inmediato, con un caribe frito agarrado por la cabeza y la cola, me dijo: -No se hable más, este fin de semana que viene vamos por ellos, pero los vamos a coger flechados… yo soy el mejor flechador de todos estos alrededores. No busque otro. Con decirte que me gano a mi hermano Martín que tiene fama de ser fino flechando galápagos y está reconocido por todos esos lados de Cunaviche, Los Cañitos, el Paso Arauca, Atamaica, La Piedra y San Juan de Payara. ¡Y yo me lo gano!

Y así fue. El sábado, tempranito, salimos. Carmelo con su arco y sus flechas y David y yo con el tren de pesca. Llegamos al sitio. Él preparó su aparejo y por ahí mismo flechó el primer galápago. Y aquí viene la parte buena. David y yo teníamos que meternos en aquel charco a buscar cada galápago flechado. El mismo charco donde habíamos sacado unos caribes como de medio kilo cada uno. Pero como compromiso es compromiso, nos metimos y sacamos los tres galápagos que él, mi hermano, que era como yo me había acostumbrado a decirle, logró flechar. Por supuesto, después vino la consabida celebración y se nos demoró el regreso. Ya al caer la tarde, y ya los tres a medio palo, cogimos carretera, y llegamos casi oscureciendo al puente recién construido sobre el caño La Piedra.  

En esa época, este caño y el mismo río Arauca y el Paso de la Soledad  no tenían puentes y había que atravesarlos en una chalana o una balsa remolcada por un fuera de borda. Lo cierto es que si uno llegaba  después de cierta hora de la noche y la fulana chalana estaba del otro lado, uno se cansaba de gritar para que te vinieran a buscar y… nada… ahí amanecías… ninguno de los balseros venía. Una vez me contó que, viniendo de Cunaviche, amaneció del otro lado de ese caño, encerrado en la camioneta para que no se lo comiera la plaga. A veces, cuando les daba la gana, venían y entonces te cobraban doble. Bueno… llegamos al puente, como les dije, casi oscureciendo y justo en la mitad del puente él paró la camioneta en que andábamos y empezó a insultar a unos chalaneros que ya no estaban, imaginarios, que eran los que pasaban los carros cuando no estaba el puente… ahora los matará el hambre ¡carajos!… que uno llegaba aquí y ustedes se daban esas conduermas para pasarnos y había que pagarles doble porque ustedes eran los que mandaban, eso se acabó, ahora son unos pobres desgraciados… Y en eso nos oscureció, hasta que decidió seguir la marcha para llegar a la casa y componer los caribes y los galápagos.

Esto que les he contado es apenas una mínima parte de mis andanzas con mi hermano, el profesor Carmelo Araca, un apureño de Cunaviche, insigne como músico y como persona. 

Unicatorce

Preguntas Sueltitas- Sueño de amor

RECUERDOS DE MI PASANTÍA  POR LA ESTUDIANTINA SANTOS ARACA OSTOS

Iván Ojeda Méndez (Cuatrista)

1.- Recuerdo el arrugue de cara y regaños de Carmelo, cuando Pedro Jave en los ensayos y conciertos, intentaba demostrar su virtuosismo en las cuerdas de la guitarra. Esto por supuesto, rompía con el orden musical que Carmelo nos imponía.

2.-     En una ocasión salimos de gira a Caracas, era mi segunda vez que iba e imagínense mi entusiasmo. Nos fuimos en un bus del Liceo Lazo Martí y, llegando a Calabozo, el bicho se accidentó. Tremenda frustración. Luego, al tiempo volvimos.

3.-  Recuerdo, que Carmelo siempre corregía a Pedro Augusto Bermúdez porque Pedro tocaba el cuatro casi que con los nudillos y aquello era un sonido apagado, como si el cuatro estuviera hecho de caujaro.                                                                                                                      

4.-     Recuerdo, cuando en el intermedio los animadores, don Hugo Laprea o el poeta Carvallo, anunciaban a Oswaldo Pérez (+) para interpretar algunas canciones y éste se emperifollaba cuando decían que era el sucesor de Jesús Sevillano. Después de eso, pasaba a hablarnos, todo pretencioso. ¡Qué descanses eternamente en paz, amigo Oswaldo!

  5.-    Recuerdo las giras internas, para Cunaviche, el trabajo que pasábamos para embarcar los instrumentos en un bote y para Arichuna, lo contrario, llegábamos llenos de polvos (por carretera de tierra), y teníamos que pasar rato limpiando los instrumentos.

6.-      Recuerdo, los suspiros y exclamaciones (¡Muchacha! exclamaban), de José William Reyes (El niño prodigio del arpa) y Miguel Sosa (Pata è gancho), cuando veían a Cristina Maica en traje de baño. En el velorio de Carmelo, me conseguí a “Pata e gancho”, después de muchos años sin verlo y lo primero que recordó entre conversa y sollozos, fue esta anécdota, ¡Muchacha!, me dijo. ¡Je je je!

7.-      Recuerdo, cuando Pedro Augusto en una gira, untó de mantequilla todas las ruedas del autobús de Expresos Los Llanos, luego Cesarito Bermúdez se iba a caer a coñazos con uno de los choferes. Algo así. Creo, que Jesús Abano, conoce mejor esta anécdota. 

8.-      Recuerdo de las piezas de los conciertos: una de las aplaudidas, sino la más, era “La leyenda del Beso”. En un concierto en plena ejecución de esta pieza, se le reventó una cuerda a la mandolina a Alexis García (El renco Alexis), creo, piiinnn, joda y pegó un salto en la silla. 

LA ESTUDIANTINA

Belkys Laprea

La Estudiantina la formó Carmelo Araca en el año 1975 aproximadamente. .Reuniendo a varios jóvenes hijos de amigos y algunos adultos que teníamos inclinación musical. Carmelo le colocó el nombre en honor a su padre, músico nativo de Cunaviche, Santos Araca Ostos.  

                 

Dentro de los Integrantes estábamos – Mandolina: Carmelo Araca,  Alexis García, Trina Sosa, Chabela y María del Valle Bermúdez (Chicho), Cesar Bermúdez, no recuerdo quien más ahorita. – Cuatro: Miguel Sosa, Pedro Augusto Bermúdez y Yo…Belkys Laprea.- Guitarra Pedro Jave, Raiza Ferrer, Oswaldo Fajardo, Aular Piñero. No recuerdo más.

Palmeras del Arauca

Esa fue la primera Estudiantina. Con este grupo hicimos varias presentaciones en el Estado Apure, sobre todo en San Fernando, Biruaca y Achaguas.

Hicimos una gira musical durante 1 semana por varios Estados de Venezuela: Guárico, Aragua, Carabobo, Portuguesa, Lara, Zulia, Trujillo y Anzoátegui. No recuerdo más.

En estas presentaciones tocábamos unas 8 piezas. En el intermedio cantaban estilizado Adela Virginia Bermúdez y recio Cristina Maica. Luego en la 2da parte interpretábamos unas 8 canciones más. En el repertorio estaban: Como llora una estrella, Pluma y Lira, Patico Guirirí, Visión Porteña, El Cunavichero, La Jota, La Leyenda del Beso, Alma Llanera. Ahorita no recuerdo más.

Ese grupo permaneció varios años, 2 o 3, hasta que salieron a estudiar unos y fueron reemplazados por otros jóvenes como Krinza Rodríguez en el cuatro, Kreiza Rodríguez en la mandolina y mi persona pasó a tocar la mandolina. Como anécdota tengo:  Yo tenía unos 13 años y me propuse a dejar de tocar el cuatro para tocar la mandolina, y los muchachos y muchachas que la tocaban me decían Ud. no va a tocar nada je je y yo dentro de mi rebeldía de adolescente dije a que sí voy… y me puse fastidiosa con esa mandolina hasta que nuestro viejo querido Carmelo me dijo; mira, muchachita, para que dejes el fastidio te voy a prestar una mandolina. En una semana le dije: -Carmelo, quiero ensayar con la Estudiantina, pero tocando mandolina. Desde ahí pasé a formar el grupo de las mandolinas…Yo les decía que yo era un ejemplo del proverbio que dice: “El que persevera vence”.

En el Club de Leones en San Fernando de Apure

Yo participé casi todo el tiempo que duró la Estudiantina, creo que como 5 años si mal no recuerdo. Hasta que salí del Estado a estudiar en el 1980.

La Reina

Como a los 6 años, más o menos, nos reunimos nuevamente, los que pudimos, de la primera y de la segunda Estudiantina, como la llamábamos e hicimos un Concierto en Homenaje a Carmelo.

A PROPÓSITO DEL GRUPO 4

Manuel Aular Piñero y Eduardo Hernández Bolívar

En el devenir de la vida cultural de un pueblo, siempre han existido personas preocupadas por el quehacer musical y artístico en general, como medios expresivos del pensamiento y de los más recónditos sentimientos. En este sentido, un grupo de apureños emprendieron una aventura musical en los inicios de la década de 1980 para divulgar y darle sentido a nuestro mundo artístico y saber popular enraizado en nuestra idiosincrasia. Por ello, en el año 1981, surge la creación de un grupo musical denominado GRUPO 4 integrado inicialmente por: Ángel Oswaldo Pérez (+) (Contrabajo), Eduardo Hernández (Cuatro popular), Rafael Mota (Mandolina) y Pedro Silva (Guitarra).

En los inicios de la agrupación, estos jóvenes y destacados músicos apureños planteaban divulgar y rescatar diversas expresiones musicales, instrumentales y cantadas a voces mixtas, a través del talento que cada uno manifestaba por medio de sus instrumentos. La ejecución de sus instrumentos respondía a un nivel de exigencia muy profesional, con base a determinados arreglos y composiciones musicales que para la época representaban una trama identitaria de gran significancia para la divulgación de nuestro gentilicio venezolano y latinoamericano, pero también abordando la música desde una perspectiva multidimensional y multicultural en la que se conjugaban diversos géneros y ritmos musicales.

María La O

Luego de un tiempo de encuentros informales y presentaciones esporádicas, surgió la idea de replantear la misión del proyecto musical, enfocándolo hacia la creación de una asociación civil sin fines de lucro, la cual se pudo concretar el 29 de septiembre de 1987, con el nombre de “GRUPO 4”. Cabe destacar, que, en el marco de la creación de la asociación civil, el integrante Ángel Oswaldo Pérez (QEPD) decidió no tomar parte del nuevo proyecto, lo que llevó a la incorporación de Manuel Aular Piñero como contrabajista y a la configuración de una Junta Directiva en los siguientes términos: Presidente, Rafael Eli Mota; Secretario, Manuel Aular Piñero; Vocal, Pedro Jave Silva Ascanio y Tesorero, Eduardo de Jesús Hernández Bolívar.

Dicha asociación fijó como objetivo fundamental: La difusión de las diferentes manifestaciones musicales y artísticas del acervo cultural venezolano y latinoamericano; dedicando sus esfuerzos al enriquecimiento de las obras musicales ya existentes y a la creación de nuevas obras musicales. En este sentido la Asociación Grupo 4 tendría una duración ilimitada.

Arduos ensayos, estudios musicales y presentaciones comenzaron a formar parte de este grupo de amigos, lo cual se transformó en una dedicación exclusiva, ya que comenzábamos a formar parte de la historia musical de nuestro pueblo y con los años, las actuaciones se multiplicaron. Invitaciones, contratos, tanto así que hasta hubo momentos en los cuales nosotros hicimos invitaciones a otros músicos y cantantes para que actuaran junto al grupo. En la época decembrina nos transformábamos en un conjunto de aguinaldos o de gaitas como consecuencia del pedimento de tantas personas pertenecientes a instituciones o de locales comerciales ávidos de tener música en vivo. 

Uno de los tantos invitados que tuvimos y que a la larga fue con el que más compartimos escenarios fue con el profesor Carmelo Araca, fundador de varias instituciones culturales en nuestro estado, entre ellas el Ateneo San Fernando. Él, además, fue el ductor de todos nosotros y, ya organizados como grupo, él fue nuestro consejero musical. De los 5 integrantes que ha tenido el Grupo 4, cuatro pertenecieron a la Estudiantina Santos Araca Ostos. Con nosotros hizo el maestro Carmelo sus últimas grabaciones. 

El amor es una cosa esplendorosa

En este momento, nosotros nos sumamos a este bien merecido reconocimiento que se le rinde por su condición de músico extraordinario y por su legado como docente. Siempre recordaremos tus enseñanzas, Maestro, y tu bonhomía. 

En la actualidad, el Grupo 4 no está activo a causa de la situación del país y porque nos hemos dedicado a otras actividades diferentes, entre ellas dar clases particulares de música. Sin embargo, de vez en cuando, nos reunimos y reavivamos la llama que nos da fortaleza: la música.

Golpe y estribillo

EL ÚLTIMO CONCIERTO

Fue el 2 de julio de 2016. Ese día, antes de coger camino rumbo al reposo definitivo, Carmelo asistió por última vez a un concierto. En ese momento, entre lágrimas, llantos y adioses, el arpa, el cuatro y las maracas vibraron en las manos y voces de muchos de sus amigos y discípulos que se turnaban para despedirlo al son de un Cunavichero. Un Cunavichero que, en aquel instante, mientras yo veía cómo las flores iban acumulándose sobre la carroza fúnebre en que él haría su último viaje terrestre, me hizo evocar al muchacho campesino que, de becerrero y músico incipiente, llegó a ser el renombrado artista que fue. Hoy, en lo que nos hubiera gustado que hubiera sido la segunda parte de aquel concierto de despedida, vamos a oír en primer lugar un Cunavichero cuya letra está dedicada a Carmelo y a su familia. Esta versión forma parte del CD titulado La música del Indio Figueredo, el histórico arpista llanero quien también fuera uno de sus grandes amigos. En esa misma pista, cuyo intérprete no está identificado, el Indio entona algunas de las coplas que un becerrero oye cantar a un ordeñador cuando pide que le echen una vaca o cuando la está ordeñando. Finalmente, gracias a la amabilidad y eficiencia de mi amigo y paisano Eduardo Hernández Bolívar quien nos las hizo llegar desde nuestro San Fernando de Apure, oiremos cuatro piezas más interpretadas por la Estudiantina Santos Araca Ostos. Entre ellas, la que antecede al momento de bajar el telón es, precisamente, El Cunavichero

La Leyenda del Beso

El Patico Guiríri

Ángel de mis ensueños

El Cunavichero

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ECV/.-

Dic. / 2021

6 comentarios

  1. Martha Colmenares

    Que hermoso Edgar!..Después de disfrutar este tributo a Carmelo, tan lleno de música, como él mismo y que le hace justa valoración a su trayectoria, entiendes mejor por qué los músicos y los escritores trascienden en el tiempo y, … en las almas…

  2. Euler Narvaez

    Este bien merecido homenaje, preparado por el Dr. Edgar Colmenares, afianza la calidad humana y artística del maestro Carmelo. Al oír la diversidad de piezas musicales que interpreta, entendemos su universalidad como músico, que aunado a las opiniones de quienes lo conocimos, nos presenta al Carmelo, humano, artista, padre, esposo y docente.

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