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IMÁGENES…De donde ya no hay apures… de donde ya no hay Achaguas. Sólo queda la historia de sus palabras, tejida con hilos extraños por hombres también extraños que vinieron de más allá del mar de los caribes. – Edgar Colmenares del Valle

IMÁGENES…De donde ya no hay apures… de donde ya no hay Achaguas. Sólo queda la historia de sus palabras, tejida con hilos extraños por hombres también extraños que vinieron de más allá del mar de los caribes.

ACHAGUAS

Las palabras tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar la patria, de tanto ser raíces.

Pablo Neruda

¿De dónde viene y qué significa el término Achaguas?

Achaguas, de acuerdo con el Padre Lorenzo Hervás y Panduro (Vid. Aportes jesuíticos a la filología colonial venezolana de José del Rey Fajardo. Caracas: UCAB, 1971) deriva del guaraní acang-hua:

Dudo si los Achaguas, que estaban con los omaguas y amarizanos en la misión de los jesuitas, hablaban un dialecto maipure: porque los omaguas, sus compañeros hablaban un dialecto guaraní: y á mi parecer el nombre achagua es guaraní. En esta lengua la palabra acang-hua significa cabeza-cobollo (sic): y los omaguas y otras naciones americanas tienen la costumbre de desfigurarse la cabeza. Gilij dice que los amarizanos son algo semejantes á los Achaguas en el hablar. (…) El señor Don Manuel Álvarez, que ha sido misionero de los Achaguas en el pueblo llamado San Juan Francisco Regis, en la ribera del río Meta, me ha dicho, que los Achaguas le decían que entendían bastante bien a los guamos del río Apure, á los guajivos, y á los cabres o caveres: y este dicho del señor Álvarez parece probar que todas estas lenguas son dialectos maipures: pues, según el señor Gilij, lo son ciertamente las lengua achagua y la cavere. Puede ser que la semejanza de estas lenguas consista en tener muchas palabras usuales, que sean comunes á todas ellas. (Cf. II, p. 253).

Por el contrario, de acuerdo con Alfredo Jahn (Los aborígenes del occidente de Venezuela. Su historia, etnografía y afinidades lingüísticas. Caracas: Tipografía del Comercio, 1927) achaguas deriva “del término guajiro Achiagua que significa según el Padre Uterga, aconsejar”. En consecuencia, “los Achaguas serían pues los prudentes”. (Cf. p. 225). Jahn también afirma que “el guajiro es un dialecto afín del que hablaron los Achaguas por ser uno y otro de la familia lingüística nurarahuaca”. (Cf. p. 229). Con anterioridad a Jahn, Adolfo Ernst (Obras Completas. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1986-1988; 10 vols.) sustentó esta misma opinión y dijo que la achagua es una lengua que “está cercanamente emparentada con el maipure”. (Cf. VI, p. 555). Según Francisco J. Santamaría (Diccionario general de americanismos. Méjico: Editorial Pedro Robredo, 1942; 3 vols.) los achaguas, conocidos además con los nombres de xaguas, acaguas (ajaguas o ayaguas) y marachuares, son ‘indios aruacos’, llamados también arahuacos (arouacos, arovacos, aruacos o arawacks) y maipures. Por su parte el Padre Gumilla (El Orinoco ilustrado. Madrid: Aguilar, s/f.; 1ª ed. 1741), al referirse al mito del origen de esta etnia, señala que unos “se fingen hijos de los troncos y se llaman con esa alusión aycubaverranais” y otros se dicen hijos de los ríos y se denominan univerranais. (Cf. p. 111).

Por parte nuestra, fundamentándonos, no en la pesquisa y comparación del término en diferentes vocabularios de procedencia indígena para asignar una posible filiación y fijar un sentido, sino en la vinculación de este signo con un objeto que por su pertinencia ritual debió ser emblemático, fundamentándonos en su significado lingüístico y religioso, en su propia estructura, en el hecho cierto de la filiación común de muchas lenguas indígenas, en que antes de 1492 fue frecuente la relación entre diferentes etnias y, además, en que el contacto del castellano con las lenguas indígenas coincide con el momento en que en éste se están dando una serie de cambios que, en definitiva, modificarían la estructura de su sistema fonético, planteamos que Achaguas pudiera derivar de xagua y, del mismo modo que en apure, por desarrollo interno o por influencia foránea, la a- que precede al étimo es un prefijo negativo. Por diversas interpretaciones fonéticas, de xagua se motivaron los actuales alónimos chagua, jagua, yagua, sagua, cagua y zagua. Etimológicamente, entonces, de acuerdo con esta hipótesis, Achaguas quiere decir ‘sin xagua’, es decir, ‘sin vínculo con la xagua’ que, a su vez, equivale a decir ´sin vínculo con el origen primario’. Este sentido vendría a ser una consecuencia de la pérdida de la condición de xagua mediante el abandono de los cultos y creencias ancestrales y, desde luego, la adopción de la fe cristiana por la presión que con tal propósito ejercieron los misioneros.

Sin duda, la labor evangelizadora fue borrando de la memoria colectiva el vínculo con el illo tempore, la esencia de la identidad y todo lo que significara nexo con el mito de origen y con las ceremonias que le daban trascendencia. Con el tiempo, ni indígenas ni misioneros sabrían de la memoria arcaica que una vez fue credo y patrimonio ideológico colectivo. Seguramente, en algún momento, hubo cierta resistencia, pero así como las lenguas fueron incorporándose al español mediante la interpretación fonética, la adopción de palabras y la aplicación de medios derivacionales de dicha lengua, los mitos, los ritos, las creencias y las costumbres fueron desdibujándose de la praxis existencial. La lengua y la religión venidas de Europa fueron, en este sentido, las verdaderas armas de penetración y de dominio del mundo soñado y descubierto por el Gran Almirante.

Un rito primitivo de la etnia xagua era el de presentar a los recién nacidos en una ceremonia en la que, según el Padre Gumilla, “con un colmillo del pez payara, que es tan agudo como una lanceta, van grabando en la carne viva las rayas necesarias, para que los bigotes queden bien dibujados, de buen aire y garbo (llore y reviente la criatura, no la tienen lástima); concluido el dibujo, enjugan y limpian toda la sangre, y con tinta sacada de una fruta que llaman jagua, llenan aquellas cisuras, que después de sanas retienen fresco el bigote de por vida”. La jagua es la Genipa americana, es decir, el caruto, conocido también con los nombres de yagua, yahua, jagüillo, tambor, tapaculo y tiñediente. (Cf. El Orinoco ilustrado, p.122).

También de parte nuestra, asumimos que con el cumplimiento de este rito al niño presentado se le imprimía el carácter de miembro de la etnia. De ese modo, ya era un jagua o un yagua comprometido con su ancestro y con las costumbres y creencias de su grupo étnico. Es lógico pensar que esta ceremonia que, en el fondo, no deja de ser una especie de bautismo, prontamente fue atacada y desterrada por los responsables de la conversión de los indígenas al catolicismo. Al ser convertido en cristiano, al indígena jagua se le inculca un nuevo sistema de creencias. Entonces deja de ser un jagua o un chagua y se convierte en un ajagua o en un achagua según la variante ortográfica, es decir, según el alónimo, que se utilice en una determinada región. Creemos, entonces, que no es casual que la fundación de Santa Bárbara de la isla de los Achaguas por Fray Alonso de Castro el 4 de diciembre de l774, se hiciera con indígenas ya convertidos en Achaguas o sea con indígenas cristianizados. Además de Otomacos y Taparitas traídos desde Camaguán. Tampoco nos parece casual que del Yagual, un pueblo cercano a Achaguas y ubicado en la margen opuesta del Arauca, no se tengan muchas informaciones acerca de su fundación. Nada nos impide pensar que, río de por medio, fue formándose como un asentamiento de indígenas chaguas, es decir, indígenas de esta etnia venidos desde Achaguas o desde otro sitio que se mantuvieron dentro de sus creencias primitivas. Se conservaron como jaguas o chaguas. Como grupo refractario a la ideología católica. Achaguas es, en definitiva, un término motivado en la imposición del cristianismo a la etnia jagua, o chagua, o yagua o cualquier otra variante de escritura de este etnónimo. El cambio morfológico derivado de la utilización de a- como prefijo privativo introduce el cambio semántico de un modo similar a lo sucedido con pure y apure. Ambos casos, Apure y Achaguas, están profusamente documentados y explicados en nuestro libro De Apure, Achaguas y otras etimologías del cual hemos extraído la casi totalidad de estas líneas en función de respondernos la pregunta ¿de dónde viene y qué significa el término Achaguas? Sin duda, y una vez más volvemos a Neruda, las palabras tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar la patria, de tanto ser raíces.

HISTÓRICAMENTE, ACHAGUAS ES:

1.- El pueblo desde donde el 10 de mayo de 1821, el General José Antonio Páez partió con su ejército hacia Carabobo donde el 24 de junio se libraría la batalla que sellaría la Independencia de Venezuela.

2.- La tierra del Nazareno, la imagen milagrosa y buena patrona de los llaneros donada, precisamente, por el General José Antonio Páez para honrar una promesa hecha antes de salir de Achaguas con los Bravos de Apure rumbo a Carabobo en 1821.

En la Iglesia de la bicentenaria ciudad de Achaguas se venera, desde 1.835, una milagrosa imagen de Jesús Nazareno, donada por el entonces Presidente General en Jefe José Antonio Páez, obra del tallista José Rada. Pagó así el General Páez su promesa, formulada mientras imploraba la protección divina, unas horas antes de partir rumbo a Carabobo.

La ciudad de Achaguas fue durante la guerra por la Independencia, el centro de poder económico y militar de Venezuela, al disponer en abundancia del único medio de transporte que era el caballo y de la riqueza ganadera para la alimentación de los ejércitos.

Desde la ciudad de Achaguas partió el 10 de mayo de 1.821, el ejército de Apure al mando del general Páez, rumbo a la sabana inmortal de Carabobo. Eran 1.500 hombres de caballería y 1.000 de infantería. Arreaba dicho ejército en la misma oportunidad 2.000 caballos de reserva y 4.000 novillos con destino a la Intendencia del Ejército patriota bajo el mando supremo del Libertador Simón Bolívar. (Eduardo Hernández Cartens. La venerada y milagrosa imagen del Nazareno de Achaguas).

Es el Miércoles Santo de cada año cuando acuden miles de fervorosas personas a rendir culto a esa imagen que expresa el dolor, el sufrimiento de esa cara martirizada y al mismo tiempo de perdón, bondad y ternura propia de nuestro señor Jesucristo. Son muchas las formas de postrarse ante la imagen del Nazareno de Achaguas, unos convierten el momento en un verdadero Apamate o bosque de Orquídeas, llevando vestimentas de color morado y púrpura, tanto hombres como mujeres; otros caminan descalzos o de rodilla, cargando pesadas cruces.

También llevan ofrendas tales como vestidos para la imagen, flores, dinero, cabellos, medallas, coronas de azahar, esfinges de oro y plata que muchas veces simbolizan la parte del cuerpo curada por la milagrosa imagen.  Es de esta manera en que el apureño religioso y los venezolanos todos, cada año acuden a la población de Achaguas a dar las gracias a Dios Todopoderoso representado en la imagen de su hijo amado Jesucristo. (Iván Darío Pérez. V. https://www.senderosdeapure. net/2015/04/del-libro-nazareno-de-achaguas-cuatro.html).

ORACIÓN AL NAZARENO

Misericordioso Jesús Nazareno de Achaguas, te suplicamos por las necesidades del mundo entero, por la paz y la concordia entre los pueblos, que cese la violencia para que todos los hombres caminemos juntos por sendas de progreso espiritual y material. Te pedimos bendigas con la unidad a nuestra querida patria Venezuela, que nuestras familias sean centro donde resplandezca la Fe, la Esperanza y el Amor y así poder vivir en paz y armonía, bendice a los niños y niñas, jóvenes, adultos y ancianos, bendice a los enfermos y a quienes se sienten tristes, solos y desamparados.

¡Oh! Jesús Nazareno, que al cargar con la Cruz camino del Calvario llevaste sobre tus hombros el peso de nuestros pecados para darnos la Salvación, te imploro perdones mi extravío, pues arrepentido vengo ante ti confiado en que aceptes esta plegaria que te dirijo (en silencio exponer la necesidad). Tú que eres mi Dios y Señor que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

(Texto escrito en el año 2004 por el presbítero Antonio Pérez Cardozo, párroco en ese entonces del Santuario del Nazareno. Fue aprobado como oración oficial al Nazareno de Achaguas por Monseñor Víctor Manuel Pérez Rojas quien era en ese momento el obispo de la Diócesis de San Fernando).

ACHAGUAS TAMBIÉN FUE:

El Municipio apureño en cuyas sabanas, al mando del General José Antonio Páez, el ejército patriota dio tres batallas memorables en su lucha por conquistar la Independencia de Venezuela.

  • El Yagual: 08 de octubre de 1816. Páez vence al ejército realista comandado por el Coronel Francisco López.
  • Mucuritas: 28 de Enero de 1817. Páez vence al General La Torre.
  • Queseras del Medio: 2 de Abril de 1819. Páez vence al General Pablo Morillo.

Imágenes bajadas de:

http://cuentaelabuelo.blogspot.com/2014/01/batalla-de-el-yagual-otro-triunfo-del.html

https://www.google.com/search?q=mucuritas+estado+apure&tbm=

https://www.venelogia.com/archivos/8162/

Se cuenta que fue tal el amor de Páez por Achaguas, que aún perdura en sus rincones. Se siente  bajo su  tamarindo, en la plaza  que lleva  su  nombre,  en su iglesia donde se inicia la tradición milagrosa del Nazareno de Achaguas el mismo 10 de Mayo de 1.821, al prometer en sus oraciones que regalaría un Nazareno si volvía victorioso de la empresa que emprendía, promesa cumplida  en  1.835,  iniciando  así  una  de  las  más  arraigadas tradiciones achagüenses: la Procesión del Miércoles Santo con la  Venerada  y Milagrosa Imagen del  Nazareno  de Achaguas seguida  de  sus miles  de  devotos. (Cf. luiston.blogspot.com/2012/03/achaguas-y-su-historia.html).

Del frondoso tamarindo en cuya sombra Páez solía acampar sólo queda, en la plaza que lleva su nombre, un tronco carcomido y vencido por el tiempo, alegórico, frente a un banco destartalado y también moribundo pintado con los colores del pabellón patrio.

También, sobre todo entre los muchos llaneros que aún se dicen parientes o descendientes del “Catire” Páez, se cuentan las anécdotas que se le atribuyen y, en particular, los chistes generados como producto de la disparidad social y educativa existente entre él y Bolívar. Frecuentemente se exalta su capacidad como líder y se magnifican sus destrezas físicas e intelectuales. E, inclusive, sus defectos y sus errores. El héroe que fue sigue vivo en la leyenda y en la devoción que él instituyó por el Nazareno desde ese 10 de mayo de 1821. Con él, definitivamente, se creó Venezuela en 1830 y se motivó la llaneridad como el paradigma con que históricamente se identificó la venezolanidad. Aún se oye decir: –El triunfo de Carabobo es hijo de la devoción del Catire Páez por el Nazareno y del apoyo del pueblo de Achaguas y de sus lanceros. O se oye exclamar: -¡El Nazareno de Achaguas ganó la Batalla de Carabobo!

Una de las cuestiones que de Páez la gente siempre recuerda es que era epiléptico y en torno a este padecimiento se han tejido varias historias que, sean reales o sean inventadas, ya forman parte del imaginario colectivo y, con mayor o menor intensidad, se expresan en las diversas manifestaciones estéticas con que, frecuentemente, se exalta la memoria del héroe o de cualquier otro personaje que se haya hecho merecedor del reconocimiento popular. Una de estas historias, con un antecedente que se remonta a la Batalla de Urica, la muerte de Boves y el pase de los llaneros a la causa republicana después de haber peleado al lado de Boves, es narrada en parte y versificada en otra,  por el poeta Germán Fleitas Beroes:

El General Páez estuvo a punto de no sobrevivir en la batalla de Carabobo,  ya que fue acometido por uno de los ataques de epilepsia que sufría antes de iniciar una batalla o ante la vista de una culebra. Estos ataques lo dejaban sin sentido, momento en que sus compañeros le ayudaban hasta que se le pasaba. En la Batalla de Carabobo, fue víctima de uno de esos ataques, encontrándose sólo en medio del campo enemigo. Allí es donde ocurre lo improbable, quizás el milagro del Nazareno: el Comandante Antonio Martínez de la caballería de los realistas,  tomó  las riendas del caballo de Páez y lo montó en él, colocando en el anca a un teniente de los patriotas llamado Alejandro Salazar, alias Guadalupe, para  que lo sostuviera en la silla y así lo regresaron a las filas patriotas.

Con motivo del centenario de su fallecimiento, ocurrido en Nueva York el 6 de mayo de 1873, a Páez se le rindió un homenaje en el Panteón Nacional en un acto presidido por el Dr. Rafael Caldera quien, en ese entonces, era el Presidente de la República. El féretro fue destapado y, como si el tiempo se hubiera detenido, se encontró que el cadáver del llamado Centauro de los Llanos estaba intacto. Esto y algo que ocurrió en ese momento causó cierto asombro entre los presentes hasta que pudo explicarse la causa de la preservación del cuerpo de Páez. Tal situación fue recreada en uno de los programas de Nuestro insólito universo producido por Rafael Silva y narrado por Porfirio Torres.

En conclusión, las voces Apure y Achaguas proceden de étimos indígenas detrás de los cuales se esconde no sólo el enigma de un origen específico sino toda la historia que transcurrió quizás desde el paleoindio venezolano hasta el presente. Todo está en ellas: Dios y Hombre. Individuo y Sociedad. Mito y Verdad. Migración y Dispersión. Lenguas y Pueblos. Vida y sabiduría. Memoria y Olvido. Todo, repetimos, está en ellas porque ellas, las palabras, como escribió el poeta Pablo Neruda, “tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar la patria, de tanto ser raíces”. De las etnias que ellas nombraron, con excepción de un recuerdo o de un testimonio como el del Padre Rivero y el Padre Neyra, de un río peregrinamente impasible hacia el Ibirinoco de los caribes, o de un pueblo fundado en 1774 por un tal Fray Alonso de Castro a orillas de otro río, el Matiyure, con indios Achaguas, otomacos y taparitas traídos de la misión del Santo Cristo de la Humildad y Paciencia de Camaguán, poco o nada es lo que queda como elemento activo cotidiano. Ya no hay apures, ya no hay Achaguas. Sólo queda la historia de sus palabras, tejida con hilos extraños por hombre extraños que vinieron de más allá del mar de los caribes.

Estos hombres, que se adueñaron de todo, se adueñaron también de algunas palabras indígenas y las hicieron viajar en los mismos galeones en que viajaron las perlas, el oro y la plata en compañía de la papa, el cacao, el tomate, el tabaco y la gente nativa. Semánticamente, entonces, y la semántica es significación, concepto e ideología, aparte de los sentidos ya expuestos, Apure y Achaguas cuentan cómo se canalizó el curso de un brazo del río de la historia para irrigar un nuevo mundo.

Fotos cortesía de:

Martha y Ana Teresa Colmenares del Valle

Dr. Édgar Colmenares del Valle

Academia Venezolana de la Lengua

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