MI CANTO Y MI MÚSICA

José Rafael Rojas – Guayabo Negro

Hola. Me llamo José Rafael Rojas. Mis amigos y mis paisanos me dicen Rojita. Canto y toco de fantasía. Nací un dieciséis de junio del año 1950 en San Fernando de Apure. Crecí al lado de mi madre y de mis hermanos en Caracas. Allá estudié en la Escuela Manuel Díaz Rodríguez, en la calle El León del Cementerio, y en el Colegio Fray Luis de León que está en la Avenida Fuerzas Armadas. En 1964 sufrí una caída y me descompuse la mano izquierda. Para los ejercicios de rehabilitación utilizaba una guitarra que mi madre, Carmen Modesta Rojas, tenía guardada desde aquellos tiempos en que ella recibía unas clases de música que, lamentablemente, abandonaría. Con mi madre me interesé por la música y por este instrumento y, guiándome por su viejo Manual de guitarra, me fui aprendiendo los tonos y su afinación, a punta de oído, sin escuela alguna. Mi madre me observaba, me hacía sugerencias y, alegremente, cantaba muchos de los pasillos, de los valses, los tangos y de las canciones venezolanas que hoy sigo evocando e interpretando con mi guitarra. O con el cuatro. O con el teclado. Entre ellas, “El Cristo de Oro” y “Desvelo” que fueron dos de las primeras que mi madre me enseñó. A ella, como sentido homenaje, quiero dedicárselas. En 1965, José Mussiotti, quien estaba estudiando piano y tocaba guitarra, me escuchó. Se dio cuenta de los errores que yo cometía al tocar la guitarra. Me hizo varias correcciones y me enseñó los tonos relativos y diferentes acordes. Y comenzamos a tocar a dúo. Luego conocí a otro guitarrista llamado Oswaldo Azuaje, a quien también le decían José. Con estos dos amigos guitarristas, viéndolos y oyéndolos, aprendí lo necesario y gran parte de lo que sé para acompañar cualquier tipo de melodía. A los días, ya tocábamos juntos. José era la primera guitarra, José la segunda y yo el acompañante. Nuestros amigos nos identificaron como el Trío José. Para ambos, Mussiotti y Azuaje, dondequiera que estén, mi palabra de agradecimiento y mi mejor recuerdo.

A los 18 años me regresé a San Fernando y poco después, en 1970, junto con el también guitarrista Luis Barrios, comenzamos a preparar a los jóvenes que querían participar en el programa “Buscando estrellas” que promovía el locutor Freddy Ibáñez Pereira, los domingos, por La Voz de Apure. Ahí, durante varios años, asesoramos y acompañamos a muchos de los que soñaban con ser cantantes. En tanto, mi vida seguía y con el tiempo y el cumplimiento de las actividades profesionales a las que me dediqué, vinieron las circunstancias en que día a día vivimos los seres humanos. Desde que agarré una guitarra por vez primera, la música me ha hecho un hombre feliz.

José Rafael Rojas – Las Mirlas

En este momento, cuando la música renueva mi felicidad, no puedo dejar de compartir mi alegría con mis hermanos Hungría, Rafael Elías y Teresa, con mis hijos y con todos los seres que he y me han querido. Sin excepción. A la vida y a la música también le agradezco mi amistad con Jorge Pinto, Andrés Corona, Antonio Vera y otras tantas personas con quienes hemos compartido espacios y momentos. Y mi música y mis canciones. Por supuesto, también quiero testimoniar mi agradecimiento al equipo de profesionales que me asesoró y me acompañó en la grabación de estas canciones: Nelson Becerra, Elvis Quilimaco, Jackson Ramírez, Ramón Uzcátegui Madueño, Eliécer Quilimaco, Roderick Rodríguez y Giovanny Contreras. Finalmente, vayan también mis palabras de agradecimiento al poeta Luis Alberto Crespo, Presidente de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, a Yhofre Sánchez, Coordinador General de Operaciones de dicha institución, a Héctor Velazco, también de La Casa de Bello y a mi amigo Édgar Colmenares del Valle, Director de la Cátedra Alberto Arvelo Torrealba. Con ellos pude concretar este sueño que, hecho realidad, va dedicado a toda Venezuela y, sobre todo, a los que nos acompañan leyendo cada una de sus páginas.

José Rafael Rojas

José Rafael Rojas- El Cristo de Oro
José Rafael Rojas- Los Caujaritos
José Rafael Rojas- Las Rosas del Sentimiento
José Rafael Rojas- Preciosa Merideña

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