-Tú sabes que en cada leyenda hay una parte verdadera y otra de fantasía. Y, en cada una de ellas, el porqué, el dónde y el cuándo de la historia varían de acuerdo con la intención de la persona que la revive al contarla. Fíjate que es el caso tuyo con la mula maneada. Yo he oído decir que es la imagen diabólica de una mula, con las patas traseras amarradas entre sí, que espanta a los que atraviesan la sabana con la noche oscura. Cuentan que sale de golpe, de la nada, corretea como puede con sus patas maneadas delante del viajero y trata de patearlo mientras rebuzna y lanza llamaradas por la nariz.
-Esa y que es la historia de una mula rucia propiedad de una vieja dueña de un hato muy rico, en la época de la Independencia, que la enseñó a matar a los peones a patadas. La vieja le maneaba las patas traseras a la mula y ésta les clavaba una sola patada morocha en la frente a cada uno. Un día, en que la vieja se disponía a castigar a uno de los peones, el hato fue asaltado y quemado por soldados independentistas. Y la vieja y la mula rucia murieron quemadas.
-En Nuestro insólito universo, el programa radial que durante muchos años hicieron Rafael Silva y Porfirio Torres se cuenta una historia acaecida en 1909 en el patio de una casa caraqueña ubicada entre las esquinas de Santa Rosa y Santa Isabel en la Parroquia de San José. En esta historia se afirma que la mula maneada, cuyo jinete es el Ánima Sola, persiguió a una mujer llamada Margarita Moreno. (Cf. facebook.com/watch/?v=834210206962737).
Y en esta misma página como texto escrito se inserta, con el nombre de la protagonista y otros detalles, la misma historia del origen de la mula entrenada para acabar a patadas con la vida de los peones. Leemos:
Cuenta la tradición que una mujer perversa llamada Doña Ramona Esqueda, tenía una mula entrenada para dar mortales patadas. La usaba para castigar a sus esclavos. El animal se fue volviendo cada vez más peligroso. Fue preciso “manearla”, es decir amarrar sus patas para evitar terribles patadas.
Comenzó la Guerra de Independencia y la hacienda fue quemada. Los animales huyeron, menos aquella mula, que por estar maneada no pudo escapar.
Concluida la guerra, comenzó a aparecer en los bosques la mula infernal, aterrorizando a los pacíficos campesinos que reiniciaban sus siembras devastadas por la larga lucha.
-Yo, en cambio, he oído decir que es el fantasma de la mula rucia que montaba el General Crespo, en la Mata Carmelera, cuando un tal Luis Loreto Lima, mampuesteado en la horqueta de un palo, lo mató de un solo tiro de fusil en el pecho. Cuentan que esa mula era un regalo de su esposa. De inmediato, unos soldados recogieron el cadáver y otro desensilló la mula. Después, él la maneó y la soltó en la sabana. De pronto, la mula, a pesar de estar maneada, arrancó en una sola carrera y se perdió para siempre. En la lejanía, se volvió una llamarada. Más nunca la volvieron a ver. Desde ese 16 de abril de 1898, ella es uno más de los muchos espantos de las sabanas venezolanas que aterrorizan a los que las atraviesan en las noches sin luna. Quienes la han visto cuentan que la mula resplandece en la oscuridad, que echa candela por las narices y que la monta un hombre con traje militar que repite ¡Jacinta! ¡Jacinta! ¡Jacinta!…
-¡Carajo, hermano!, ¿sería en homenaje a esa mula rucia que el maestro Lorenzo Herrera compuso este joropo que vamos a oír en las voces del Cuarteto Imperial?
-La versión mía es la misma, pero es diferente y ya verás porqué. Yo venía esa noche en la mula rucia que tú me vendiste y, ya casi al salir del monte, después de atravesar la calceta que está antes de la quesera, sentí que la mula se enredaba al caminar, como si estuviera maneada. De pronto, y como te dije lo mío es lo mismo, pero fue diferente y ya vas a ver porqué, de pronto siento que algo cayó en sus ancas y por ahí mismo siento que alguien me abraza mientras yo trato de que la mula camine. Enseguida me di cuenta de que aquello que había caído sobre la mula era una mujer. Fue entonces cuando la oí decirme ¡Joaquín! ¡Joaquín! ¡Mi querido General! ¡Noooo, tú no eres Joaquín! Y por ahí mismo se tiró al suelo y se fue caminando hacia el monte brillando como la Bola de fuego en medio de aquella oscuridad.
-Frente a todas estas versiones llama la atención el hecho de que según diversas fuentes bibliográficas a la mula maneada se le ve o se le veía en Caracas, en Capaya y en otros pueblos venezolanos. Así mismo, no deja de ser interesante la creencia de que por cierto sector de la ciudad colombiana de Pamplona también se pasea la mula maneada en determinadas horas de la noche. A continuación, a propósito de este último punto, desde la página https://carlos-buitragp.webnode.com.co/historias/ bajamos esta información y la imagen que la acompaña:
La mula maniada. Creencia de los viejos sobre una mula con las manos maniadas que iba caminando a saltos.
De la esquina donde está el colegio Afanador y Cadena hasta la plazuela, nadie podía pasar después de las diez de la noche. Eran sólo pesebreras por ese sector y la gente se acostumbró al olor de la boñiga. Nadie ha podido aún acabar con este olor. En este sector salía ‘la mula maniada’. La mula era un espanto, que asustaba terriblemente a las personas. Se les enfriaba el cuerpo, los pelos se les ponían de punta y quedaban privados. Todos estos espíritus fueron recogidos por los vieras en secciones (sic) de exorcismo.
-En Internet hay una página en donde se afirma que la Mula maneada es una leyenda urbana del estado Táchira incluida en la obra Leyendas del Táchira de Lolita Robles de Mora “que tiene origen en el lugar en el que nací, crecí y aún vivo, en Táriba”. (Cf. https://steemit.com/story/@jengley/leyenda-urbana-la-mula-de-tariba). Según lo expuesto en esta página, “todas las noches después de las doce, camina por las calles de Táriba La Mula Maneada. Dicen que tiene las patas amarradas, por eso en lugar de trotar va dando brincos. Nadie la conoce, pero se sabe que recorre las calles. Los vecinos la oyen y ninguno se asoma. Se dice que el que la mire sufrirá un maleficio y nadie lo podrá curar… Por eso todos dejamos que continué la marcha”…
(Intérprete: Sebastián López Quintero)
-En todo caso, si se acepta que la Mula maneada (maniada, maneá o maniá) es el espectro de la mula que montaba el General Crespo el día de su muerte en la Mata Carmelera, parece lógico pensar que la leyenda es cojedeña. En las Vivencias llaneras del abuelo del 26 de mayo de 2011, se inserta un artículo de Yorman Tovar en el que este investigador de la cultura llanera recrea la historia de este magnicidio y describe el origen de este espanto al que, como a muchos otros protagonistas de leyendas fantásticas, se le atribuyen acciones propias de los seres del inframundo. El texto se cierra con una copla que, además de invocar a Crespo como una ánima protectora, pone de manifiesto la conducta de su maligna cabalgadura. (Cf. http://cuentaelabuelo.blogspot.com/2011/05/la-mula-mania.html):
Una de las creencias más fantásticas la representa “La Mula Maneá”, y se refiere a la muerte del Presidente y caudillo de la “Revolución Legalista”, General Joaquín Crespo, muerto de un lanzazo o de un balazo en un sitio del estado Cojedes: “La Mata Carmelera”, específicamente entre los caseríos Camoruco y Camoruquito, por la carretera nacional, en la llamada “Curva de Guabina”, sitio donde han ocurrido los más tétricos accidentes automovilísticos; y según dicen los lugareños de esos caseríos, se deben, más a la mala influencia de “La Mula Maneá”, que a la imprudencia de los conductores.
Cuentan los relatos orales que el día en que ocurrió el magnicidio de Crespo, éste andaba remontado en una mula blanca que le habían traído de las sierras peruanas, y en el momento en que comenzó la escaramuza, entre balas y lanzazos, a Crespo se le encabritó la mula y no pudo dominarla, y fue cuando el viejo zorro lancero Luis Loreto Lima (a quien se le atribuye la muerte del caudillo) aprovechó para lancearlo. Este magnicidio, al igual que el de Zamora en San Carlos dan muestra de que en Cojedes no se juegan con nadie para darle el pasaporte a cualquier caudillo, por más peligroso y poderoso que este sea. Desde el día de la muerte de Crespo, el ánima en pena de este General condenó a la pobre mula a ser un eterno fantasma, reaparecido o espanto de caminos.
Lo cierto es que la mula no respeta si es de día o de noche, ni escoge las víctimas a espantar; y pobre de aquel que no sepa que es un espanto, porque la bicha, aparte de espantar, muerde y patea al que no sepa rezar. Dice la leyenda que la única manera de quitársela de encima, a pesar de que fue su jinete quien la condenó a ser un espectro, es rezar un Ave María o invocar tres veces el ánima de Joaquín Crespo de esta manera:
¡Ánima de Joaquín Crespo,
no te pongas resabiá!
Sálvame, que no me mate
tu vieja mula maniá.
-Al oír esta copla, me acordé del Romance a Joaquín Crespo cantado al compás de un Zumba que zumba por el poeta Ángel Eduardo Acevedo acompañado al arpa por su tío José Ángel Acevedo. El texto alude a la muerte de Crespo y al contexto político revolucionario de ese entonces. En él, además, en dos de sus coplas, hay sendas metáforas memorables: ¡Malhaya la bala loca que se antojó de su pecho! y Le cayó la tierra encima al honor de los llaneros:
Cuando el 16 de abril
en la pelea ’e Carmelero
¡Malhaya la bala loca,
malhaya la bala loca
que se antojó de su pecho!
Adiòs Puerto ’e Jobo Mocho
se acabó tu nombramiento,
le cayó la tierra encima,
le cayó la tierra encima
al honor de los llaneros.
-De acuerdo con diferentes testimonios, además de Pamplona, Caracas, los Llanos y varios pueblos venezolanos, la leyenda de la mula maneada ocupa un vasto espacio geográfico y en ellos recibe diferentes nombres. Al respecto, Duglas Moreno, basándose en Rafael Strauss (El diablo en Venezuela. Caracas: Fundación Bigott; 2004), afirma:
La mula maniá es un espanto que tiene registros en la cultura de España y en algunas partes de América. Es el alma de una mujer que corre y relincha por la llanura de manera vertiginosa, dando “saltos y corcovos” (Strauss, 2004 p.370). A veces restriega su cuerpo a las puertas de las casas y cuando la gente sale a ver qué sucede, el animal huye misteriosamente. A la par de esta definición, Strauss enumera una serie de nombres por los que también se le conoce: Mula Blanca, la Mula de tres patas, la Mula herrada, Almamulá, Mujer Mula, Mulánima y la Mula sin cabeza. Todos estos nombres están asociados a la creencia de que este animal incestuoso es una manifestación del demonio y por eso es maldito. (Cf. Lo siniestro en el imaginario de la leyenda fantástica en la llanura venezolana. En: http://mriuc.bc.uc.edu.ve/bitstream/handle/123456789/1361/D moreno.pdf?sequence=1).
En este mismo trabajo, Moreno también se refiere a los testimonios sobre la mula maneada que se documentan en Rómulo Gallegos, Eloy Guillermo González, Miguel Acosta Saignes, José Marcial Ramos Guédez, Lolita Robles de Mora, Marielena Mestas Pérez, Yorman Tovar, Jenny González Muñoz, Mercedes Franco, Nelson Montiel Acosta y Ángel Rosenblat, entre otros. De la relación hecha por Moreno a base de este conjunto de referencias, transcribimos estos párrafos:
En el capítulo “El Familiar” de Doña Bárbara, al menos en su primera edición de 1929, Gallegos describe algunos espantos y muertos que salen desde el Uribante hasta el Orinoco y desde el Apure hasta el Meta. Nombra a la Llorona, el Ánima Sola, la Sayona, los cerdos negros de Mandinga y a la Mula Maniá, cuyo “impresionante galope pone los pelos de punta”. Igualmente en Cantaclaro, Gallegos hace referencia a la mula maneada como bestia espantosa y devoradora del pasto negro de la noche y la concibe como “otra forma del Diablo”.
…… ….. …..
Acosta Saignes (Vida de los Esclavos Negros en Venezuela) asegura que dentro de la extensa corte de personajes del misterio que las nodrizas negras contaban a los niños blancos de las familias esclavistas venezolanas del período colonial, figuran la Mula Maniá, junto a la Cochina Paría y el Descabezado. Evidentemente después de abolida la esclavitud esta tradición continuó. Ramos Guédez (Contribución a la historia de las culturas negras en Venezuela colonial) aclara que las ayas o nodrizas negras transmitían a los niños cuentos, leyendas de seres pavorosos, como Mandinga o la Mula Maniá de origen africano.
…… ….. …..
En las tierras de Capaya, estado Miranda (Marielena Mestas Pérez. Una aproximación a la tradición oral de Capaya. Estado Miranda), la Mula Maniá es un animal fantástico, un espanto de la oscuridad, pues sale por las noches a infundir miedo a los barloventeños. Otra versión sobre este animal espantoso, se la debemos a Mercedes Franco (Diccionario de fantasmas, misterios y leyendas de Venezuela). Su aparición la ubica en el siglo XIX. Es una mula espectral. Tiene las patas “amarradas”.
-La presencia de la Mula maneada o de algún espectro similar en lo que voy a llamar la leyendística de varias regiones de América y de Europa me conduce a…
-Perdón, Édgar, ¿oí bien?… ¿dijiste leyendística?
-Sí, dije leyendística. ¿Por qué?
-Nunca había oído esa palabra.
-Entonces, a propósito de este término, permítanme hacer un paréntesis. Pienso que si el Diccionario de la Real Academia incluye en su lemario los términos cuentística y novelística relacionados, evidentemente, con cuento y novela, ¿por qué no incluir leyendística? Emulando la definición de cuentística de la Academia podemos proponer que leyendística sea: “f. Género narrativo representado por la leyenda”. Del mismo modo, que leyendístico, leyendística, es decir, el adjetivo, sea lo “Perteneciente o relativo a la leyenda”. Y si queremos ser más previsivos en cuanto a la extensión de sentidos que pueda tener el término a través del uso, basémonos en la definición de novelístico, ca y definamos leyendístico, ca de este modo: 1. adj. Perteneciente o relativo a la leyenda. 2. f. Estudio, género o arte de la leyenda. f. Conjunto de las leyendas propias de un pueblo o de una cultura, período, tema o ambiente. Ya que desde tu pregunta me metí en este tema, voy a recordar que la Academia define leyenda y legendario, ria.
En relación con el primero de estos dos lemas, el Diccionario trae la siguiente información: “1. f. Narración de sucesos fantásticos que se transmite por tradición. Una leyenda sobre el origen del mundo. 2. f. Relato basado en un hecho o un personaje reales, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración. La leyenda del Cid. 3. f. Persona o cosa muy admiradas y que se recuerdan a pesar del paso del tiempo. 4. f. Texto escrito o grabado que acompaña a algo, generalmente a una imagen para complementarla o explicarla. La leyenda de un grabado, de una moneda. 5. f. coloq. Acción de leer. Continuó la leyenda de la obra. 6. f. desus. Obra que se lee”. Precedido de la preposición de, el sustantivo leyenda se utiliza como complemento nominal en expresiones ponderativas como: El pitcher sacó un cero de leyenda, La nueva Miss Mundo tiene un cuerpo de leyenda. En la frase Diálogos de leyenda, para citar otro ejemplo, se da un cruce semántico entre leyenda como ‘género narrativo’ y leyenda, precedida por la preposición de, como ‘magnífico’, ‘memorable’, ‘estupendo’. Como parte del mismo artículo lexicográfico encabezado por leyenda, la Academia también registra leyenda negra y leyenda urbana definidos, respectivamente, así:
“1. f. Relato desfavorable y generalmente infundado sobre alguien o algo. La leyenda negra española”.
“1. f. Historia inventada, extravagante, que circula entre la gente como si fuera verdadera”.
Del segundo lema, legendario, ria, se consignan tres acepciones: “1. adj. Perteneciente o relativo a la leyenda. 2. adj. Que entra a formar parte de la leyenda. Un actor legendario. 3. m. desus. Libro que recoge vidas de personajes de la historia sagrada y, por extensión, leyendas de cualquier clase”.
-Y… ¿Cómo se diría, entonces, del conjunto de mitos de una cultura o de un pueblo?
–Mitología, entendida, primero, según este mismo Diccionario, como el “conjunto de mitos de un pueblo o de una cultura, especialmente de la griega y romana” y, segundo, como “estudio de los mitos”. La lengua, frecuentemente, es caprichosa. Decimos mitología, pero no decimos leyendología, cuentología o novelogía. Al parecer, estos tres términos no encajan en los caprichos de la lengua. Bueno… pero ése es otro tema que se relaciona con los niveles de uso de la lengua y con los criterios de formación y selección de las palabras. Ese capítulo no es de esta historia y ya como paréntesis fue tan largo como las digresiones homéricas en la Ilíada. Volvamos a la Mula maneada antes de que se nos barajuste y se nos pierda sabana adentro a pesar de las maneas.
-Ahora que te oigo decir maneas, yo tengo una pregunta. Una vez, en un hato apureño, yo oí decir: -Si va a soltar las bestias en la sabana póngales las maneas, si las va a dejar en el potrero, póngales las sueltas. ¿Qué diferencias hay entre unas y otras?
-Vamos de nuevo al Diccionario de Lengua Española de la Academia. Al DLE, anteriormente conocido como DRAE. Previamente déjame decirte que ambos objetos son dos trozos de cuerdas de mecate, cuero o nailon con que se amarran entre sí las patas delanteras de las cabalgaduras o la delantera con la trasera a fin de que no puedan caminar libremente. De acuerdo con lo que dijiste la manea se amarra de una pata o mano delantera, como quieras llamarla, a la otra y la suelta de una pata o mano delantera a la correspondiente pata trasera de ese mismo lado. Con la suelta puesta, el animal camina a paso de andadura, con menos dificultad que el animal maneado cuyo desplazamiento es más lento y a base de brincos. El DLE registra, con similares o idénticos sentidos, las palabras manea, apea, suelta, traba y maniota. Manea remite a apea que se define como “soga de unos ochenta cm de largo. Con un palo en forma de muletilla a una punta y un ojal en la otra, que sirve para trabar o maniatar las caballerías”. Por su parte, suelta se describe como “traba o maniota con que se atan las manos de las caballerías, para soltar a estas en el campo”. No olvides que todos estos usos verbales están sujetos a la regionalización de la lengua en las diferentes comunidades que la utilizan y que la alimentan con nuevas creaciones léxicas. Y antes de que se me olvide voy a citar un ejemplo del uso de maneas que se documenta en una de las estrofas que canta Florentino en el corrío de “Florentino y el Diablo” de Alberto Arvelo Torrealba:
Pa’ que en lo oscuro me vea.
No arrime tanto el caballo,
que el toro se le chacea.
Por derecho le salí
como le toca al que arrea
y usted va por travesía
cuando no me culebrea.
Atrás y alante es lo mismo
Pa’ el que no carga manea:
el de atrás coge respiro
cuando el de alante jadea,
el que va atrás ve pa’lante
y el que va alante voltea.
-De lo dicho por ti y de lo confrontado con este Diccionario, asumimos que la mula de nuestra historia tiene amarradas entre sí las patas delanteras y las traseras. Entonces, uno de los aspectos mágicos presentes en la leyenda radica en el hecho de que a pesar de estar maneada la mula puede correr y, además, volverse una llamarada.
-Por supuesto, recuerda que en las leyendas parte de los hechos narrados no son compatibles con las leyes o fenómenos naturales. ¿De acuerdo? ¿Algo más?
-Sí. Yo quiero volver sobre la referencia que Duglas Moreno hace del trabajo de Rafael Strauss en donde se consignan otros nombres de la Mula maneada. Y yo me pregunto ¿Esos nombres identifican a la mula protagonista de esta leyenda que estamos reconstruyendo o forman parte de otra historia o de varias historias? Me lo pregunto porque ya sabemos que frecuentemente las leyendas se entrecruzan y originan una historia híbrida, tan híbrida como las mulas mismas y los mulos o machos que nacen del cruce de una yegua con un burro o de un caballo con una burra. Por naturaleza, las mulas no paren si bien, en nuestros días, lo hacen mediante la inseminación artificial a base del óvulo de una burra. (Cf. https://www.youtube.com/watch?v=7ukuySbPMxc). Según una creencia popular, la mula es estéril porque la Virgen la maldijo por haberse comido la paja del pesebre donde nació el Niño Jesús. Esto no implica que no pueda aparearse. Hay un viejo refrán que dice: La mula feliz la pasa: fornica y no se embaraza. Por cierto, en el Bajo Apure, al burro que se aparea con yeguas se le llama burro chol o burro chor. Sin duda, chor y chol son reducciones morfológicas de hechor que es el lema que utiliza la Academia en este caso y, junto con remitir a garañón, lo califica como rural y precisa que es usual en Argentina, Colombia, Perú y Venezuela. Respecto a garañón, en la primera de las tres acepciones que tiene, leemos: “Asno, caballo o camello semental”. En tanto, al caballo que se aparea con una burra se le dice caballo burrero. Esta acepción no se incluye entre las cinco que trae el DLE de la Real Academia en el artículo lexicográfico encabezado por burrero, ra. Entonces, los nombres que se citan en dicha referencia ¿son sinónimos de Mula maneada o son designaciones de bestias congéneres que tienen sus propias leyendas?
-Tienes razón. Frecuentemente, en diferentes temas de esta índole, no sólo en las leyendas, hay una asimilación o un intercambio de nombres. Vamos a repasar los nombres que tenemos y a partir de esa revisión veamos que hay detrás de cada uno de ellos: la Mula Blanca, la Mula de tres patas, la Mula herrada, Almamulá, Mujer Mula, Mulánima y la Mula sin cabeza. A estos primeros siete nombres vamos a agregar los de Muladona o Donamula, Tatá cuñá, Mula frailera y Runa mula que hemos documentado en diferentes páginas de Internet. Desde ya, sin descartar que algunos de estos nombres se utilicen para referirse a la leyenda de la mula crespera, yo me inclino por la idea de que son designaciones con que se identifican otras leyendas referidas a una mula como eje de la historia y como receptora de una maldición que, en algunas versiones, la convierten en un ser antropomórfico. Algunas de ellas son de origen europeo y se diseminaron por varios países de la América española y portuguesa. De la Mula sin cabeza, por ejemplo, se dice que es brasileña y que está relacionada con los mitos de la Muladona y de la Almamula. En cambio, de la Muladona o Donamula, la mujer mula, se afirma que es de origen catalán y la Almamula, identificada también como la Mulánima o Mula Ánima, Tatá Cuñá y Mula frailera es de Santiago del Estero (Argentina). Las versiones de la Mula sin cabeza tienen como eje común de su historia una relación sexual pecaminosa habida entre una joven y un sacerdote católico que fue sancionada con la conversión de uno o de ambos, según las diferentes versiones, en una mula que en el lugar donde iría la cabeza tiene una llamarada. Esta transformación de mujer en mula sin cabeza la diferencia, radicalmente, de la historia de la mula crespera que también se convierte en un espanto, pero conserva su anatomía. De acuerdo con una de las páginas consultadas, de la mula sin cabeza también se dice que “a pesar de estar decapitada, el rebuzno de esta criatura es generalmente muy elevado cuando está irritada, y se puede escuchar por varios kilómetros; y a veces, si más tranquilo, suena como si estuviera gimiendo una mujer llorando” Así mismo, “esta criatura tiene la capacidad de trasmitir su maldición a otras mujeres pecadoras” y su transformación “ocurriría generalmente en un cruce de caminos en la noche del jueves al viernes, sobre todo si la noche es de luna llena”. (Cf. https://es.wikipedia.org/wiki/Mula_sin_cabeza).
(Intérprete: TropiMariachi)
-La leyenda de la Muladona o Donamula (mujer mula, en catalán), en cambio, revive la historia de una mujer, no religiosa, irreverente, que mediante una maldición fue convertida en mula. Desde entonces, de noche, vaga por las montañas espantando los arreos de mulas. De ella se dice que es similar a cualquier mula, pero sus crines y su cara semejan la cabellera y el rostro de una mujer. “Siempre se la representaba con las cuatro patas de mula, pero a veces, las dos delanteras nacían de un tórax situado donde una mula habría de tener el cuello. Además siempre se la representa con pechos, para dejar más clara su condición de mujer”, tal como se aprecia en la imagen reproducida de un texto del siglo XVII. (Cf. https://es.wikipedia.org/wiki/Muladona). Al igual que en la leyenda de la Mula sin cabeza, en esta leyenda de la Muladona se repite la conversión de un ser humano en un ser fantástico cuya aparición infunde miedo o causa desgracias.
-La leyenda de Almamula, al igual que la leyenda de la Mula sin cabeza, parte de una relación sexual tabuizada que involucra a una joven, su hermano, su padre y, en algunas versiones, a un sacerdote católico. Como ya se dijo también se le conoce como la Mulánima («Mula Ánima«), Tatá Cuñá o Mula frailera. Esta última denominación, aparentemente, se motiva en la participación del sacerdote católico en el acto sexual. Como castigo por esta relación, Dios convirtió a la joven en “una mula plomiza que arrastra unas pesadas cadenas. Es muy peligrosa ya que puede matar a patadas a quien encuentre en la alta noche serrana. Se dice que vaga por las noches en lo espeso de los montes y recorre los alrededores de las poblaciones en días de tormenta. Da gritos de dolor que hielan la sangre de quien los escucha, debido a que va arrastrando un «freno» que le produce un gran dolor cuando ella pisa sus riendas. Según se dice su viaje termina en la puerta de la iglesia del pueblo más cercano, desde donde emprende nuevamente su carrera largando fuego por los ojos y la boca”. (Cf. https://es.wikipedia.org/wiki/Almamula ).
-La historia de la Mula herrada, en cambio, es diferente a las dos anteriores y de ella hemos documentado dos versiones tan disímiles que nos hacen pensar en que son dos leyendas de diferentes orígenes identificadas con el mismo nombre. Tenemos una primera versión que está ambientada en Honduras y otra, con algunas variantes, en México. Se dice que esta leyenda data de la época colonial y cuenta la historia de una joven muy humilde que se casó con un aristócrata español de muy buena posición económica y, a partir de su matrimonio y consiguiente enriquecimiento, se envaneció de tal manera que desconoció y despreció a sus padres, llegando inclusive a prohibirles que fueran a visitarla. La historia es particularmente didáctico-moralizante y en la versión que estamos revisando concluye con una moraleja que evoca las fábulas del clasicismo grecolatino. Los hechos subsiguientes están relatados de este modo:
Un día la madre de ésta, enferma y achacada por la vejez pasaba cercano a allí, venía del pueblo de vender sus hortalizas, era muy tarde y se avecinaba una tormenta, no tuvo más remedio que ir al portal de aquella hacienda a solicitarle a su hija que le diera posada, una de las sirvientas le aviso a la muchacha y ésta sin querer ver a su madre, ordenó a la sirvienta de que la llevase no a una habitación de las tantas vacías que existían en su casa, sino a la caballeriza y que en el sitio desocupado de algún semoviente, la preparasen.
Aquella señora no mencionó nada, se encaminó detrás de la sirvienta y se aprestó a dormir sobre aquel frío suelo del corral, colocando su cesta cercano a ella; la noche llegó y la tormenta apresto con furia, los vientos soplaban inmisericordes, grandes estruendos y rayos alumbraban el cielo, asustando a una mula chúcara que estaba suelta en el corral, se dispuso a patear con sus pezuñas contra la señora ya dormida en el suelo.
A la mañana siguiente uno de los mayordomos llegó asustado a buscar a su patrona, la joven muchacha, para contarle la dantesca escena que había descubierto, la muchacha fue en carrera a la caballeriza, presenció el horrendo espectáculo del cual su madre había sido víctima, de presto su conciencia tuvo un súbito despertar y echó a llorar desconsoladamente, todo aquello le ocasionó un trauma y falleció instantáneamente, sin haber tenido tiempo de arrepentirse de sus pecados y de tal injusto actuar con su propia madre. Como castigo a tal maldad, cuando había pasado tres días de su entierro, por la noche de luna llena despertó de su ataúd, resucitando en una forma hechizada, en una mula negra y herrada, mitad mujer mitad animal.
Este ente se aparece a medianoche, cabalgando y rascando con sus cascos las aceras y piedras frente a las casas de personas de quien especialmente viven en pecado grave, con el fin de que cambien su actuar. (Cf. https://es.wikipedia.org/wiki/La_mula_herrada).
La variante mexicana de esta leyenda involucra en la historia, además de la muchacha y su novio, a un fraile que se la fornica. Al ser descubierto por el novio, el fraile se suicida y María, que es como se llama la muchacha, muere poco tiempo después. Como castigo divino el fraile fue transformado en un espanto y María en una mula. La presencia de este triángulo amoroso con un fraile de por medio tiene cierto entrecruzamiento con la leyenda de la Mula sin cabeza.
-Permítanme agregar que sobre esta variante mexicana de la Mula herrada hay un corto metraje en https://www.youtube.com/watch?v=O7cY6_BT0vY y, además, que en la leyenda de la Runa Mula también se implica un sacerdote católico que se olvidó del sexto mandamiento. En quechua, Runa Mula significa ‘mala gente’ y en esta leyenda se cuenta la historia de una mujer convertida en mula por cometer “actos impuros” penados por la justicia divina. A propósito de esta leyenda, de una página de Internet, tomamos esta información:
Cuenta la leyenda que cuando una mujer ha cometido el pecado de fornicar con los religiosos, compadres o propios hermanos, como castigo a sus malos actos, el Diablo llega a la casa de la mujer, ella se revuelca por el suelo y al instante queda convertida en una blanca y hermosa mula, el jinete con látigo en la mano la monta y luego de darle con furia con la rienda sobre las ancas, salen a todo galope por las calles botando chispas de candela, tanto del anca como del piso.
Es vista después de la media noche, los martes y viernes, noches que el Diablo tiene destinadas para apoderarse de su alma y la convierte en mula para castigarla brutalmente, se le ve siempre en desenfrenada carrera, lanzando llamaradas por la trompa, mientras el mismo Diablo en persona la golpea fuertemente con su látigo. A la mañana siguiente, la infeliz no recuerda lo sucedido, pero siente los efectos de la paliza porque le queda el cuerpo adolorido. (https://leyendadeterror.net/leyenda-de-la-runa-mula/).
Intérpretes: Gustavo “El Loko” Quintero y los Graduados)
En otro artículo, firmado por Luis Olivera Echegaray, se nos dice que esta leyenda de la Runa Mula (o Runamula), conocida también como la Mula del Diablo, procede de la Amazonia y, junto con otras, fue amparada por la religión católica a fin de instruir y advertir sobre las consecuencias que acarrea cometer un pecado. De este artículo tomamos esta parte:
Toda aquella mujer que cometió adulterio con un hombre casado, un miembro de la iglesia o con cualquier hombre si esta está casada corre el riesgo de convertirse en esta monstruosa criatura en forma de mula segada por el mas impuro de los deseos carnales, condenada a trotar por las noches de luna llena cabalgada por su amante convertido en un amorfo demonio.
Muchos de los que se toparon con esta criatura la describen como un ser hibrido entre una mujer y una mula (algo parecido a un centauro), otros juran a cierta ciencia que es una mula de pelo blanco que suele recorrer la comunidad en plena madrugada, pero en la mayoría de los testimonios coinciden que se presenta como una mula de color negro rabiosa con unos ojos rojos como el fuego.
En muchas ocasiones los pobladores de estas comunidades se llenan de valor para poder atrapar a esta monstruosa criatura, haciendo guardia por las noches de luna llena en grupos numerosos con el fin de acorralar a este ser para darle una fuerte paliza y así al día siguiente descubrir gracias a los moretones quién es la mujer que cometió adulterio. (Cf. http://cuzcoeats.com/es/la-runamula-mula-del-diablo/ )
-Volviendo a la leyenda de la Mula herrada, tenemos que decir que en Colombia se narra una historia totalmente distinta a las versiones de esta leyenda anteriormente expuestas. Yo creo que se trata de otra leyenda con el mismo nombre y con un único elemento común: una mula fantasmagórica. En este caso, se trata de una mula ensillada pero sin jinete que galopa violentamente y con sus herraduras saca chispas al empedrado de las calles bogotanas. Se dice que perteneció a don Álvaro Sánchez, un hombre respetable y de cierta posición económica que se envició de tal manera a jugar dados y cartas que en poco tiempo perdió toda su fortuna. Él, de acuerdo con una de las recopilaciones de esta leyenda, “llegaba con su mula parda y siempre la dejaba amarrada mientras pasaba horas seguidas apostando y divirtiéndose. Tiempo después, empezó a llegar a pies a la casa de juego y dejar la mula en casa. Pero, ella siempre llegaba a la casa de juego a la medianoche”. El desenlace de esta historia se cuenta con estas palabras:
Don Álvaro murió y la mula desconcertada seguía asistiendo a la medianoche para buscar a su amo, sin tener suerte. Dos meses después, la mula murió, pero su espíritu continúa deambulando a la medianoche por las calles empedradas generando pánico en los habitantes. (Cf. https://mitoyleyenda.com/leyenda/colombia/la-mula-herrada/).
En otra de las recopilaciones documentadas, se plantean las secuelas del vicio, se exalta la relación de este personaje con su mula y el sentido de la lealtad que tienen o desarrollan ciertos animales. En ella, leemos:
Las consecuencias de la mala vida no tardaron en llegar. Don Álvaro Sánchez murió. Pocos fueron los vecinos que acudieron a su funeral, pues éste, en sus últimos días había ostentado el título de persona ‘non grata’ hasta el punto de que las mujeres cuando le veían cruzaban de acera para no tener que darle las buenas tardes. Solo su mula lloró su recuerdo. Desconcertada ante el fatídico suceso continuó asistiendo noche tras noche a buscar a su amo a la casa de juego, pero, claro, sin tener suerte de hallarle.
Dos meses después y sin haber faltado nuestra protagonista ninguna medianoche a su cita murió de pena. Desde entonces, dice la leyenda que su espíritu continúa deambulando por las calles para aterrorizar a las gentes que humillaron y se burlaron de su amo (aunque él solito se buscó su desgracia). (https://www.diariofemenino.com /actualidad/cultura/la-mula-herrada-leyenda-colombiana-que-muestra-la-lealtad-de-un-animal/).
-Muy bien. Con esta intervención cerramos este diálogo en el que, a partir de lo que hemos llamado la mula crespera, hemos realzado la presencia de esta bestia de carga y de silla reconocida mundialmente por su resistencia. Para terminar…
-Un momentico, por favor. Yo quiero que me dejes cerrar este diálogo con un cuento que, según quien me lo contó es verídico y le pasó a él, no fue que se lo contaron, le pasó a él llegando a su quesera una tarde antes del oscurecer.
-Por supuesto. Tú cerrarás el diálogo. Gracias a todos por habernos acompañado. Les decía que, a manera de conclusiones, voy a transcribir un fragmento del trabajo de Jenny González Muñoz titulado Los espantos de la sabana: leyendas y religiosidad de los Llanos venezolanos:
Hoy, en pleno siglo XXI la cultura llanera hace parte de su cotidianidad en perfecta convivencia entre lo heredado desde tiempos pasados cuando no había luz eléctrica, y las nuevas tecnologías que han llegado a casi todos los rincones de la sabana, porque resulta que los campos en su soledad nocturna no han variado, ni ha mudado tampoco la característica natural del ser humano, al tener miedo o inseguridad ante lo desconocido. Aun hoy los llaneros y llaneras más cultivados creen, aunque sea de soslayo, en las antiguas leyendas de camino, y cuando pasan por un lugar de aquellos nombrados en los cuentos o en las coplas, se persignan para cuidarse de los fantasmas, le rezan alguna oración a alguna ánima en pena u ofrecen promesas a espíritus errantes. En los campos de las sabanas venezolanas y, de igual modo, en el vidrio trasero de algún autobús del interior o en colectivo de la ciudad se lee “Anima de Taguapire, cuídame y protégeme”, en franca comprobación de que dicha tradición, como acto de fe, está viva como la cultura misma. (Cf. Horizonte, Belo Horizonte, v. 11, n. 30, p. 572-592, abr./jun. 2013 – ISSN 2175-5841. También en: Dialnet-LosEspantosDeLaSabana-4400431.pdf).
-Esto que voy a relatar, como les dije, es verídico. Me lo contó mi tío José Ignacio. Ese día, a media tarde, en pleno verano, él venía arreando un hatajo que tenía un burro chol como padrote con yeguas ya paridas y otras preñadas. Venían con buen sol al paso del burro por la costa del caño, ya cerca de la casa de la quesera. Del otro lado del caño mi tío alcanzó a ver una mula rucia que estaba bebiendo agua. De pronto las yeguas comenzaron a relinchar y arrancaron a correr. Y detrás de ella, los muletos. El burro hizo lo mismo. Rebuznar y correr. Pero, por supuesto, se quedó rezagado. De pronto, contaba mi tío que Pajarita, la yegua amarilla que él montaba, se arrastró en el momento en que él vio que la mula había atravesado el caño y llegó corriendo hasta el burro. Lo más extraño, contaba, es que la mula estaba maneada por delante y por detrás y corría como si no tuviera un par de maneas puestas. Aguantó la yegua y se fue hacia donde estaba el burro rebuznando y alcanzó a ver cuando la mula le clavó una sola patada morocha al burro en el ijar, como buscándole los testículos. Por ahí mismo, arrancó a correr y, créame, decía mi tío, la fui viendo hasta que reventó un trueno y se soltó una mandilata de aguacero sin que se tapara el sol. Después de que escampó, recogió y encerró las yeguas y los muletos ayudado por los dos peones que tenía y que también habían visto aquella vaina. Amarró el burro y lo revisó. Tenía en el pellejo las marcas de las patas de la mula. Como si le hubieran pegado un hierro caliente. Los tres pasaron la noche en vela. Casi sin hablar. Al día siguiente, el burro se murió meando la sangre.
(Intèrpretes: Voz: Diana Isabel; Arpa: Félix Ramón Torres; Cuatro: Libardo Rey; Maracas: Omar Fandiño ,»Choco» y Bajo: Juan Carlos Contreras.)
Dr. Édgar Colmenares del Valle
Academia Venezolana de la Lengua
maravilloso recorrido por todos los lugares que tiene en común un «espanto de mula». Gracias!!!
Grandioso aporte a esa genialidad tuya que has denominado leyendística reflejado en el espejo de nuestra tierra.. gracias por esos textos tan hermosamente documentados.. extraordinarios.. felicitaciones !!